Después
del paréntesis pirenaico estival, salí el otro día por los montes “de por aquí”.
Si escribiera Deporhaký, parecería el nombre propio de unas montañas, ¿verdad?
Bonitos son,
sí. Porque les quiero y porque también ellos son bonitos, ¡leñe! Pero secos,
terriblemente secos, sequísimos, sequérrimos si se pudiera decir y significara
más seco todavía que seco. Y eso me preocupa, pero nada puedo hacer más que
esperar que algún, algunos días, por fin, llueva de verdad.
Pero
no es de esto de lo que quiero hablar en esta entrada, sino del hermoso espectáculo que el cielo me ofreció cuando el sol empezaba a declinar. Fue
mágico. Fue un momento de contemplación.
Aquí
tenéis dos fotos.
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