Hay
publicidad que es inmoral. Y además ilegal, por muy blindada que esté por
abogados sin escrúpulos. Conmigo esa publicidad tiene el efecto contrario al
que buscan; me convence de no tener trato alguno con la empresa que se
publicita aunque me cueste más caro.
Estoy
hablando de ese anuncio en que, en un entorno de meditación y paz, el gurú
insta a sus discípulos a tenerlo todo a cambio de poco. La frase final del
convincente comunicador es que no puedes no tenerlo todo.
Fijaos,
no puedes no tenerlo todo. El asunto va de seguros. Habla de la paz que da
saber que tu seguro lo cubre todo. Esto, de entrada, es engañoso, pues cada
póliza cubre lo que cubre y cuesta lo que cuesta, lo que queda registrado
escrupulosamente en el contrato que el cliente firma con la empresa. Y estas
atractivas generalizaciones no son más que trampas para incautos, y problemas
para los corredores de seguros.
Pero
no es esto lo grave del asunto, lo que para mí hace detestable el anuncio en
cuestión, y por consiguiente la empresa que hay detrás, es lo que transmite el
mensaje: no puedes no tenerlo todo. Tienes derecho a tenerlo todo y, además, a cambio de poco.
Ese
mensaje de consumismo extremo es lo que a mucha gente se le queda dentro. Esa frase cala como un
veneno mortal desligada de su contexto de pólizas de seguros, contexto éste en
el que tampoco es cierta.
Es
pues un anuncio falso en su contenido explícito, y vergonzosamente indigno en el mensaje de
fondo que transmite. Y hace daño, a muchas personas estas cosas les hacen daño.
No
es cierto que no puedas no tenerlo todo. Hay muchas cosas que no puedes tener y
nunca las tendrás, en tus pólizas de seguros y en tu vida. Y el problema es que
lo de las pólizas tiene fácil arreglo, se ajusta lo contratado a su coste y
punto. Pero en la vida el asunto es más complejo. Has de aceptar que no puedes
tenerlo todo por mucho que te esfuerces. Y eso, a menudo, duele, si no tienes “el coco muy bien amueblao”.
Y si
encima un señor tan convincente te dice en la tele, una y otra vez, esa pérfida
majadería, te ponen más difícil todavía el aceptar la cruda realidad. ¡Claro que quiero tenerlo todo!
Todo, todo y todo. Y además, si puede ser, "de gratis". Porque si no es así no estaré en paz, no seré feliz…
¡Qué
inmensa mentira! ¡Qué vergüenza! Si fuera abogado y tuviera recursos suficientes
le montaba un pleito a esta empresa por semejante publicidad. Pero debe ser que
no hay abogados con recursos dispuestos a “desfacer entuertos” por amor al arte.
Y ya lo he dicho, no soy ni abogado, ni tengo recursos. Sólo tengo la palabra.
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