FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Doce perversiones.


Romper las leyes democráticamente establecidas haciendo así imposible cualquier negociación y a la vez pedir diálogo es una perversión.
Haber violado sistemáticamente la Constitución democráticamente establecida y llamar opresión a la lógica y consecuente acción de la justicia es una perversión.
Situarse al margen de las reglas establecidas del juego político imponiendo las propias y pedir luego soluciones políticas es una perversión.
Gastar ingentes cantidades de dinero público en satisfacer el deseo más emocional que racional de una parte del pueblo catalán es una perversión.
Haber envenenado durante años la mente de los niños y jóvenes con el odio a los que no piensan como ellos en tema tan discutido y discutible como la independencia es una perversión.
Intentar internacionalizar el conflicto (Escocia, Flandes) desestabilizando de este modo a Europa, haciéndole el juego a quienes eso quieren, es una perversión.
Haber lanzado a un sueño a demasiada gente sin advertirles de los riesgos y las consecuencias reales de ese pretendido sueño es una perversión.
Convertir a un delincuente huido de la justicia en el presidente en el exilio de una república inexistente es una perversión.
Anteponer planteamientos políticos partidistas al bienestar real de la gente es una perversión.
Lanzarse a la lucha por la independencia con el apoyo de una mayoría parlamentaria mínima, que no social, es una perversión.
Decir que hay presos políticos en España cuando lo que hay son políticos presos por saltarse la ley y todo principio moral es una perversión.
Decir que no hay libertad política en la democracia española cuando han utilizado esa libertad para intentar reventar esa democracia es una perversión.

En realidad está siendo todo una gran perversión con muchas caras. Así lo veo yo. Una perversión fruto de una ausencia total de principios morales, de una patología, o de ambas cosas. Ya no sé qué pensar, la verdad, pero no me importa. Sólo sé que me tienen ya hasta las narices con su patético juego de justificar lo injustificable y de pretender darnos día tras día gato por liebre, como si fuéramos todos idiotas. Por lo tanto, y como no haya una novedad significativa en este desagradable y delirante culebrón, me tomo unas vacaciones blogueras sobre el asunto.

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