Ya sabemos que hay al menos 160.000 incultos un poco tontitos en este país. La noticia salió ayer en el informativo de la noche. Y la dieron entre la inculta mayor, un poco tontita, y el presentador.
Resulta
que esta individua no tuvo más ocurrencia que recoger firmas para que ¡quiten
del diccionario! la entrada sexo débil.
Es inculta por pretender tal gilipollez y tontita por creer que los cambios que
la RAE va a introducir en el diccionario
en esta expresión se deben a su recogida de firmas. Aunque sí es cierto que los
señores académicos podían haberse dado un poco más de prisa en revisar esta
expresión. Y digo revisarla que no quitarla.
Primero.
La RAE no crea o elimina palabras. Es la gente en su hablar libre y soberano
quien lo hace. Desde los más sabios e ilustrados hasta los tontos del bote, que
haberlos haylos. La RAE lo único que hace es, por decirlo de algún modo,
levantar acta de cada palabra o expresión según unos criterios muy serios y
elaborados. Y las palabras y expresiones entran en el diccionario cuando
cumplen estos criterios y no salen si ya han entrado. Lo que si sucede es que
pueden cambiar o ampliar su significado, o pueden quedar en desuso. Y estas, cuestiones
la Academia las recogerá y las plasmará en el diccionario.
Segundo.
Puede la RAE enorgullecerse de que ha sido, desde su fundación, una de las
instituciones que ha sabido mantenerse fiel a su cometido, por encima de los
vaivenes políticos de esta España nuestra que, dicho sea de paso, han sido
muchos y grandes. Monarquía, república, dictadura, guerras… Y no pocos han
intentado manipularla en su propio beneficio. Es de ser tontito, tontín,
tontirrititín pensar que recogiendo firmas, por muchas que sean, va la Academia
a cambiar algo en el diccionario. Eso no funciona así; hay otras formas más serias y eficaces de relacionarse con la Academía.
Tercero.
El problema de fondo está en la incultura y la macaquez que supone no saber qué
es y cómo funciona un diccionario. Y esto se estudia o se debería estudiar en
primaria. Qué es el diccionario y cómo funciona.
Cierto
que la expresión sexo débil para designar a las mujeres hoy en día está
obsoleta del todo. Pero existió en tiempos pasados como algo normal y asumido
por la sociedad. Existe hoy como insulto o como chanza. Existirá en el futuro,
y ojalá así sea, con la anotación, en desuso u otras. Pero existirá.
Cuatro
cosas me molestan de esto. El descarado atrevimiento de la ignorancia. Las continuas agresiones al lenguaje. La colaboración de los medios de comunicación con estas
necedades. Y por encima de todo, el daño que estas majaderías hacen a la justa
y necesaria lucha de la mujer por sus derechos.
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