Vi
hace unos días en un parque a un grupo de chiquillos jugando. Me llamó la atención
una niña que parecía ir a remolque de todos. Observé que tenía alguna
malformación en sus piernas, lo que le impedía seguir el ritmo de los demás, pero
ella allí estaba, insistiendo en jugar. Yo creo que ni la veían. La verdad es
que me dio pena, me supo mal ver aquello. Y entonces, como un chispazo, me vino
a la memoria ese triste y bello poema de Juan Ramón Jiménez titulado La cojita.
¡Cómo
me hubiera gustado poder entrar en el alma de aquellos niños y hacerles caer en
la cuenta de que había alguien solo, jugando entre ellos, pero no con ellos!
"La
niña sonríe:¡Espera,
voy a
coger la muleta!.
Sol y
rosas.La arboleda
movida
y fresca,dardea
limpias
luces verdes.Gresca
de pájaros,brisas
nuevas.
La
niña sonríe:¡Espera,
voy a
coger la muleta!.
Un
cielo de ensueño y seda
hasta
el corazón se entra.
Los
niños de blanco juegan,
chillan,sudan,llegan:
...nenaaa!
La
niña sonríe:¡Espera
voy a
coger la muleta!.
Saltan
sus ojos.Le cuelga
girando,falsa,la
pierna.
Le
duele el hombro.Jadea
contra
los chopos.Se sienta.
Ríe y
llora y ríe:¡Espera,
voy a
coger la muleta!
¡Más
los pájaros no esperan;
los
niños no esperan!.Llega
La
Primavera.Es la fiesta
del
que corre y del que vuela...
La
niña sonríe:¡Espera
voy a
coger la muleta!."
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