Lloraba
porque quería su móvil para poder llamar a su novio, ya que si no lo hacía le
montaría bulla al día siguiente cuando se vieran. "Es que me quiere mucho y es
muy celoso", decía.
No
llegaba a los 18 y estaba de convivencias con el colegio, con sus compañeros y
profesores. Al principio se les había pedido que entregaran los móviles para
así entrar mejor en ambiente y disfrutar sin interferencias de las actividades programadas. Ella
lo había entregado, pero al llegar la noche empezó a agobiarse con la
perspectiva de un novio “que la quiere mucho” cabreado porque no le ha llamado
para darle…las buenas noches.
La
profesora, a la que imploraba su móvil, le dijo claro y rotundo: “ese novio no te
conviene”. Y tenía toda la razón del mundo. Porque estas actitudes son las que
desembocan frecuentemente en relaciones de pareja enfermizas que acaban a
menudo en ruptura y a veces en maltrato.
Porque
ya es maltrato psicológico que esta joven tenga miedo a su novio porque no le
ha llamado por la noche sabiendo él además dónde y con quién está. Y ella
ya ha entrado en el juego, ya asume el rol de la maltratada, ya lo está justificando, “es que me quiere mucho”.
Ya está exculpándolo a él e inculpándose ella.
Ese
amor que mata, que no es amor sino posesión, está en la raíz de muchos
infiernos personales que no siempre salen a la luz, aunque en ocasiones lo hacen
de modo violento y brutal. Porque no hay que olvidar que las muertes por
violencia contra la mujer son sólo la punta del iceberg.
No sé
si está joven rompió al fin con su maltratador, pero si fue así, la actitud que
tuvo ante él muy probablemente la repita con otro. Ojalá éste sí se sepa qué es amar y la ame de verdad, en libertad.
¿Y por
qué puede volver a entrar en el infierno? Porque nadie le ha dicho en serio qué es amar, y sobre todo, porque no ha visto lo que es amar.
Esta es la raíz más profunda de este problema al que llaman violencia machista
o de género que, al haberse politizado y estar por lo tanto en manos de los
medios de comunicación, es cada vez más difícil de resolver.
Ayer
se habló mucho de esto. Oí de todo, y mucho de lo que oí para nada ayuda a
resolver el problema. Hoy, Día del Maestro, quiero recordar y decir que en ese aprender
a amar de los niños, la escuela tiene mucho que hacer, siempre junto a los
padres, que son los primeros responsables de esa tarea. Junto a ellos o,
permítaseme la expresión, contra ellos, cuando hacen del hogar, o de los
hogares, un infierno donde el niño aprende de todo, menos a amar.
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