Hace
35 años, con don Vicente Folgado y un grupo de gente que se dejó la piel en la
tarea, apoyados por don Rafael Sanús, entonces vicario general, y don Miguel
Roca, arzobispo de Valencia, empezamos la andadura de Juniors Moviment Diocesà.
Hoy he
podido comprobar en la “Trobada 2milipico” de este año lo sano y fuerte que
está aquel movimiento que, por decirlo de algún modo, tuvimos que lanzar a
partir de aquel día de Nochebuena en que fuimos expulsados del Movimiento
Junior de A.C. por la Comisión Nacional. Y eso me ha producido honda
satisfacción. Y he pensado que Miguel, Rafael y Vicente estarán también
contentos viéndonos, ya desde la Casa del Padre.
La
misa ha sido muy bonita, muy junior, y además me ha hecho caer Isabel en la
cuenta de que todos contestaban, muchos han comulgado. Y casi todos eran
jóvenes. Eso es muy significativo, como significativa es la cantidad de
sacerdotes que han acudido, la amplia presencia y participación de don Arturo,
obispo, y las palabras que antes de la celebración nos ha dirigido don Antonio,
el cardenal arzobispo de Valencia. Veo que la Iglesia lo cuida con mimo.
Sí, he
visto un movimiento muy vivo. Y me he preguntado, ¿por qué? Está claro que por
el esfuerzo y dedicación de mucha gente durante muchos años. Pero sobre todo
por la presencia de Jesús en medio de todos. Porque durante todos estos años,
en el Junior, muchos niños, jóvenes y no tan jóvenes, han tenido el encuentro
con el Maestro, el encuentro que cambia la vida.
Y esto
es, en mi opinión, lo que da sentido a la existencia de Juniors Moviment Diocesà,
y a la Iglesia entera; el ser una comunidad donde buscamos, todos juntos, ese
encuentro personal con Jesús. Porque ese encuentro es el alma de la fe. Porque
sabiéndonos queridos hasta el fondo tal cual somos, aceptados tal cual somos, por
un Dios que es “papá”, la vida, sea como sea esa vida, tiene sentido.
Tienen
sentido con Jesús, la alegría y la tristeza, la salud y la enfermedad, la
juventud y la vejez, el éxito y el fracaso, la libertad del perdón y la
esclavitud del pecado, los otros junto a ti y la soledad, el reconocimiento y
el olvido… La vida y la muerte.
Creo
que durante estos años, el milagro del encuentro que cambia la vida, se habrá
dado muchas veces. Y todo lo que he visto hoy tendrá sentido mientras siga
dándose ese encuentro. Así pues, mi más sincera enhorabuena y a seguir caminando
siempre unidos por el camino que Él nos marque.
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