En un
reciente viajecito a Toledo entramos a visitar el convento de san Juan de los
Reyes, de la orden franciscana. Este
impresionante edificio fue construido por orden de Isabel la Católica como
conmemoración de la batalla de Toro y del nacimiento del príncipe Juan, y con
la intención de que fuera mausoleo real.
El
conjunto, desde fuera es espectacular, y más si accedes a la ciudad por el
puente de san Martín. La iglesia, enorme, de estilo isabelino, está llena de
interesante simbología, y el claustro, de dos pisos, es sencillamente genial. Bien
merece una reposada visita, como tantos otros edificios y rincones en la ciudad de Toledo.
Pero
mira por donde, una vez más surge lo feo, lo absurdo, lo estúpido, en medio de
la belleza, manchando con mano torpe y burda el arte y la historia. Cuál fue
nuestra sorpresa cuando vimos que las paredes y las balconadas del claustro
estaban llenas de pintadas, algunas hechas con auténtica saña, como la de un
tal Pepe.
Yo no
lo entiendo. No me cabe en la cabeza por muchas vueltas que le dé. ¿Cómo es
posible que haya gente tan inculta, tan bárbara, tan extremadamente imbécil que
se atreva a dejar su estúpida huella en un monumento del siglo XV? ¿Qué padres
ha tenido? ¿A qué colegio ha ido? ¿Cuál es su cociente intelectual?... Me hago mil preguntas para tratar de
encontrar la explicación de cómo hay gente así; para tratar de justificar de
algún modo que esa gentuza viva entre nosotros.
Y me
asusta pensar que ese tal Pepe, por ejemplo, tiene derecho a voto, igual que
yo. Me asusta porque pienso que si ese individuo no tiene criterio suficiente
para saber que eso no se hace, ¿cómo va a tenerlo para saber quién puede
gobernarnos? Cuestión ésta más compleja que el saber que no se estampa “tu
firma” en un claustro del siglo XV.
Sobra
gente así en una democracia; pero la solución no es, evidentemente, la
eliminación física de semejantes necios, sino que a través de la educación y la
cultura, cada vez haya menos Pepes de estos. Y eso sí debería ocupar el tiempo
de nuestros políticos, en vez de estar echándose basura unos a otros, un día sí
y otro también.
Pero
bueno, es lo que tenemos. A continuación podéis ver unas cuantas fotos del
claustro, y después otras de la triste huella de la incultura y la estupidez.
EL CLAUSTRO
LA HUELLA DE LOS NECIOS
Observad la saña que este tal Pepe tuvo para dejar su nombre así de grabado. ¡Imbécil! |
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