No
estaría de más que con los calores ya aquí, y teniendo en cuenta que en lo que
llevamos de año han caído tan solo 28 litros, el ayuntamiento de Villamarchante
y el nuestro, revisaran y prepararan el terreno para un verano insoportable,
como probablemente será.
El
estado de nuestros campos y montes es lamentable facilitando esto el inicio y
la propagación del fuego, la principal amenaza que tienen, y más con la sequía
extrema que estamos padeciendo. No olvidemos que la pluviometría de este año es
muy inferior a la del clima desértico que sería de 75 litros en medio año.
Urge
ya tomar una serie de medidas como las siguientes:
Limpiar
las cunetas y aledaños de todos los caminos y senderos.
Localizar
y limpiar los vertederos incontrolados, pequeños pero peligrosos, que suelen
estar cerca de los caminos.
Evaluar
los alrededores de las casetas y chalets diseminados asegurándose de que hacer
fuego en ellos no supone riesgo alguno.
Retirar
madera seca y leña, en especial la que hay cerca de zonas de tránsito.
Limpiar
o hacer limpiar de maleza los campos abandonados, sobre todo los próximos a
zonas forestales.
Prohibir
en campos o montes, y hacer cumplir la prohibición, desde ahora hasta el
otoño, cualquier actividad potencialmente peligrosa, bien sea agrícola o
forestal, o de otro tipo, como albañilería o bricolaje, por ejemplo.
En
días con viento, sobre todo de poniente, vigilar teniendo a punto la
intervención inmediata de los bomberos.
Es
cierto que en situaciones extremas es la propia Consellería la que toma
medidas, como cerrar el acceso a las zonas forestales, pero no hay que esperar
a situaciones extremas y a que las medidas nos vengan de arriba. Creo que los
ayuntamientos pueden y deben anticiparse, previniendo a tiempo.
Y para
ello, aparte de sus propios medios, pueden contar con voluntarios que, bien en
asociaciones o individualmente, se prestarían a colaborar. Además sería un modo
muy eficaz de concienciar a la gente mostrándoles lo que tenemos, lo mal que lo
cuidamos y lo fácil que sería perderlo.
El
fuego se apaga antes de que se inicie. Aún estamos a tiempo. Pero ya queda
poco, el calor ya está aquí y si el martes próximo no llueve algo, entraremos
en el verano, lo recuerdo, con tan solo 28 litros desde enero; menos agua que en un desierto.
Le
tengo miedo a este verano.
Hablando
con un amigo, hace algún tiempo, del desastre del alto Millares y del de Begís,
me dijo: guárdate las lágrimas para cuando nos quemen las Rodanas, la Montaña
del Flare, Les Mamelles, el pico del Águila…
No lo
suelo pedir, pero agradecería que si habéis leído hasta aquí hicieras correr
esta entrada para que llegue a cuanta más gente mejor. No es preciso decir
quién la ha escrito: no busco muchos “me gusta” o “compartidos”. Solo
quiero, el otoño que viene, seguir andando por nuestros montes, rodeado de
verde y vida. Y no sé qué más puedo hacer para que eso sea así.
Sí, le
tengo miedo a este verano.
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