Me
detuve en el sendero junto a este pino que parecía llorar. Sí, bien se podría
titular esta foto, el llano del pino. Porque motivos tienen, si los árboles
lloraran, para hacerlo. Y en esta hermosa tierra nuestra, más que en otras más
amables y confortables para ellos.
El
fuego, su mayor y más mortal enemigo, los millones de "amigos" perdidos, las plagas, la sequía, la tala
innecesaria, el abandono, el desprecio de quienes respiramos el oxígeno que nos
regalan, el olvido de la inmensa mayoría.
Estuve
un rato contemplando cada una de esas gotas de resina colgadas en el aire, con
esa textura que recuerda a la de algunas piedras preciosas, y al pino al que
habían talado una gruesa rama caída sobre el sendero. Mutilado, allí sigue,
dando sombra, dándonos qué respirar…
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