Le
dije a mi amigo José Ángel que el día que partiera al Himalaya le dedicaría una
entrada en el blog. Y ese día es hoy.
Vaya
por delante mi sana envidia y mi admiración por haber sido capaz de tomar una
decisión que sé que no es fácil por mucha ilusión que tengas. Dejarlo todo
durante un montón de días para irse muy lejos, fiel a una íntima vocación, no es fácil. Ha
escuchado la llamada de las montañas, de las más altas, y ha partido a su
encuentro.
Van por
ti buen amigo estos textos que hoy comparto contigo y con quienes lean el blog.
El primero es de George Sonnier, de su libro La montaña y el hombre.
"Tan
poderosa por encima de nosotros, ¿no será solamente una cosa? No, ciertamente,
si es verdad que nos llama y que la nombramos. Su vida humana comenzó con este
cambio, con la mirada que anima, con la voz que despierta. Desde entonces hay
en ella todo lo que es del hombre, todo lo que él ha puesto allí, y todo lo que
le sobrepasa. La montaña, para el alpinista, se hace pues un ser, un ser con
quien pueden entablarse relaciones secretas y correspondencias misteriosas."
Claude
Dendaletche, biólogo francés especializado en el Pirineo dice:
"El
conocimiento del universo de montaña nos lleva a un cierto estilo de vida donde
se mezclan la alegría de vivir y el sufrimiento, la meditación y la actividad
febril, pero siempre se siente en el trasfondo personal un impulso formidable
que invita a vivir, que convence de que la vida es muy bella, y de que en lo
más profundo de los bosques, en lo más secreto de las cascadas o en la desnudez
más fría del desierto de piedra alpìno encontraremos… y entonces, elevando los
ojos hacia la noche pirenaica alcanzaremos con otros el universo fantástico de
la vida."
Me sé
de memoria esta cita excepto lo que encontraremos, por eso pongo puntos suspensivos.
Pero mejor así. Lo que cada uno encuentre es algo muy personal. Ya nos dirás,
si quieres, qué encontraste cuando en la noche, eleves los ojos al cielo del
Himalaya.
Sé
José Ángel que este viaje para ti no es turismo. Sé que es mucho más que eso;
es algo mucho más grande, mucho más hondo. No vas como turista. Ni siquiera
como montañero, que también; vas más bien como un guerrero y tú sabes por qué
lo digo. Por eso acabo estas letras con la última estrofa de la canción de
Lluis Llach, Viatge a Itaca:
"Bon
viatge per als guerrers
que al
seu poble són fidels,
afavoreixi
el Déu dels vents
el
velam del seu vaixell,
i
malgrat llur vell combat
tinguin
plaer dels cossos més amants.
Omplin
xarxes de volguts estels
plens
de ventures,
plens
de coneixences."
Fiel a
ti mismo, fiel a tu gente,
¡Buen
viaje!
Y que
Dios te bendiga.
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