Un helicóptero de vigilancia forestal sobrevuela la Mola se Segart. De poco sirve si en tierra pasa lo que pasa. |
Sopla
un poniente seco, recio, afortunadamente fresco. Silba en las rocas y en el
pinar, levanta torbellinos del suelo polvoriento. Hace mucho que no llueve, y
ha hecho calor, un calor excesivo. El monte vuelve a ser un polvorín.
Camino
por un estrecho y pedregoso sendero a través de una vegetación exuberante,
típicamente mediterránea. De repente, un sonido inesperado, un ruido feo, me
alerta y salgo de la senda. Dos motos de trial bajan a toda velocidad, ni me
ven. El
viento sigue soplando. Arrecia a ratos. Unas
horas después otro sonido, no muy lejano, también conocido, rompe la música del
viento. Están cortando árboles con motosierras, limpian el monte. Paran de vez
en cuando y luego vuelven. Algunas voces entrecortadas llegan incomprensibles a mis oídos. El
viento sigue soplando. Arrecia a ratos. Ya es
casi medio día cuando el estrépito de metal contra las rocas revela la
presencia de maquinaria pesada trabajando. El viento arrastra y dispersa
columnas de polvo. Están arreglando una pista forestal. El
viento sigue soplando. Arrecia a ratos. Sierra
Calderona. Parque natural. Espacio especialmente protegido. Y
pienso entonces en las palabras de un político, responsable de algo de medio
ambiente, que escuché hace algún tiempo, que decía que teníamos que
acostumbrarnos a convivir con los incendios forestales. ¡Claro
que sí! De la manera que somos y su modo de gestionar la casa común, por
supuesto que tendremos que acostumbrarnos. Y no culpen al cambio climático.
Pese a eso y frente a eso aún podríamos hacer muchas cosas. Como
por ejemplo, hacer cumplir la normativa vigente al menos en los espacios
protegidos; normativa muy sabia, pero que casi todos se pasan por el forro.
Está prohibido ir en moto por los senderos, también en bici. ¿Quién controla
que esto se cumpla? En
días de poniente, y en el estado del monte, debería prohibirse cualquier trabajo
forestal. Las motosierras y la maquinaria pesada pueden producir chispas que
con la vegetación y el viento secos fácilmente pueden provocar un fuego
incontrolable. El último gran incendio, el del Mijares, lo provocaron “limpiando”
el monte. Un día
como ayer las motos estaban fuera de sitio (las motos siempre). Las motosierras
y las palas excavadoras también. Es una irresponsabilidad gravísima no
controlar estas cosas. Luego, si pasa lo que puede pasar todos son caras
compungidas y declaraciones que mejor no escuchar, porque calientan la sangre. En
fin, sea esto un aviso a los navegantes. Seguirán los ponientes días y días,
quizá semanas. Seguirá sin llover. Volverán a subir las temperaturas. Y nadie
hará nada por prevenir. Sí señor,
sí. Tendremos que acostumbrarnos a los incendios forestales. Como la culpa es
del cambio climático podremos dormir con la conciencia tranquila, quien tenga
conciencia. ¡Claro! |
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