FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 20 de septiembre de 2024

Actualización fin de semana del 21-22 de septiembre de 2024.

Y cómo no, llegó la decepción. Aun estando de acuerdo todos los modelos, ni por esas. Ni temporal de levante ni nada que se le parezca, porque un temporal de levante y de los de antes, como decían, es llover en toda la Comunidad Valenciana de un modo general y generoso. Y de eso nada de nada. En muchos sitios nos hemos quedado con cara de tontos, como aquí.

Ocho litros, ocho miserables litros. Y no creo que el fin de semana cambie nada porque aunque se presenta con dos caras, una de ellas, la de más lluvia, no creo que la veamos.

El sábado será fresquito, de 19 a 23 grados, y con mucha nube. Viento de levante flojo y posibilidad de algo de lluvia. El domingo, sol con pocas nubes y viento flojo o moderado de poniente. Mínimas parecidas y máximas más altas, acercándose a los 30. Y de lluvia nada, claro.


                       227 litros en 374 días.


jueves, 19 de septiembre de 2024

Tarde de lluvia con García Lorca.


 

Por fin llueve. Poquito, muy poquito para lo que necesitamos, pero eso no nubla el hecho de que ha sido esta una tarde gris y lluviosa, deliciosamente gris y lluviosa. Como tantas de mi infancia, o al menos así lo recuerdo. Quizá es que antes llovía más, mucho más…

Sí, llueve, y lo hace con mucha calma, como si tuviera miedo de hacer ruido, y eso me ha recordado un poema de García Lorca que reproduzco a continuación sin comentario alguno, por si alguien tiene ganas de leerlo sin prisa mientras fuera llueve.

            La estrofa que recordaba es esta:

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,

lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,

lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,

la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

 

        A continuación tenéis el poema entero. Es largo, pero no le tengáis miedo. Es un ramillete de preciosas metáforas.

 

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,

algo de soñolencia resignada y amable,

una música humilde se despierta con ella

que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

 

Es un besar azul que recibe la Tierra,

el mito primitivo que vuelve a realizarse.

El contacto ya frío de cielo y tierra viejos

con una mansedumbre de atardecer constante.

 

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores

y nos unge de espíritu santo de los mares.

La que derrama vida sobre las sementeras

y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

 

La nostalgia terrible de una vida perdida,

el fatal sentimiento de haber nacido tarde,

o la ilusión inquieta de un mañana imposible

con la inquietud cercana del color de la carne.

 

El amor se despierta en el gris de su ritmo,

nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,

pero nuestro optimismo se convierte en tristeza

al contemplar las gotas muertas en los cristales.

 

Y son las gotas: ojos de infinito que miran

al infinito blanco que les sirvió de madre.

 

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio

y le dejan divinas heridas de diamante.

Son poetas del agua que han visto y que meditan

lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

 

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,

lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,

lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,

la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

 

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas

almas de fuentes claras y humildes manantiales!

Cuando sobre los campos desciendes lentamente

las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

 

El canto primitivo que dices al silencio

y la historia sonora que cuentas al ramaje

los comenta llorando mi corazón desierto

en un negro y profundo pentágrama sin clave.

 

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,

tristeza resignada de cosa irrealizable,

tengo en el horizonte un lucero encendido

y el corazón me impide que corra a contemplarte.

 

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman

y eres sobre el piano dulzura emocionante;

das al alma las mismas nieblas y resonancias

que pones en el alma dormida del paisaje.


                             219 litros en 373 días.

                                   Sin contar lo poco que caiga hoy.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

A la sombra de un olivo.


Andando un día de estos por la sierra, poco después de dejar atrás el pueblo que había cruzado, me encontré con este cuadro que veis en la foto.

Discurría el camino entre huertos, bien cuidados unos, otros ya abandonados, y una frondosa vegetación que arropaba a un minúsculo arroyo. El pueblo y la carretera no quedaba lejos, pero el pequeño barranco que ya me separaba de él hacía de barrera para el ruido que llegaba apagado.

Ascendía poco a poco cuando tras una curva apareció el espectáculo. Primero me llamó la atención el impresionante olivo que veis. Su tronco es toda una escultura tallada a lo largo de los siglos por la naturaleza. Su copa se veía sana y bien formada. Todo un señor olivo digno de respeto y admiración.

Lo contemplaba sin prisa, bien merecía un alto en el camino, cuando reparé en las dos sillas que a su sombra invitaban al descanso. Miraban hacia el huerto que había al otro lado del camino.

Nunca había pasado por allí y me senté, no en las sillas, un ratito a contemplar. Y a imaginar… Porque aquello lo merecía.

Había paz; esa mezcla de voces, golpes, motores, máquinas que llamamos, o al menos yo llamo ruido, sonaba lejano, aunque su origen estaba cerca. Se escuchaba más un viento suave en las copas de los árboles.

No me fue difícil ver con los ojos de mi imaginación a dos abueletes, sentados en las sillas, contemplando su huerto a la sombra del olivo. O al abuelo con su nieto al que ha llevado allí de excursión mientras le cuenta historias que se perderán con él.

Y pensaba también que llegar hasta allí, no está lejos del pueblo pero el camino sube, sentarse y charlar con el amigo, o con el nieto, puede ser una de las últimas cosas que dé sentido a su vida.

No, no me senté yo en las sillas. Me merecía aquel lugar demasiado respeto y me hubiera sentido como un intruso. Pues aun no habiendo nadie ni nada que me impidiera hacerlo, en aquel rincón umbrío, pacífico y bellísimo sentí una presencia a la que no quise importunar.

Y feliz por el encuentro continué mi camino.


                       219 litros en 372 días.

 

lunes, 16 de septiembre de 2024

La entrada 3000.


 

Nació el blog el 14 de octubre de 2012. Hoy, cuando falta algo menos de un mes para que cumpla doce años publico la entrada 3000, que es esta. Y el motivo que me impulsó a hacerlo fue la necesidad de desahogarme tras un verano catastrófico para nuestros montes. Ardieron miles y miles de hectáreas y perdí para siempre entrañables y bellísimos parajes que no olvidaré nunca. Y a la vez la necesidad también de hacer visible, en la medida de lo posible, el desastre, pues entonces, igual que ahora, poco le importa al gran público lo que pasa o deja de pasar en el monte.

Y esa función de desahogo personal y denuncia creo que la ha cumplido sobradamente, y sigue cumpliéndola.

También lo pensé como una forma de compartir preocupaciones, pensamientos, experiencias, textos, recuerdos, ideas, incluso mi fe, con la intención de que a alguien le sirva para algo, como a mí me sirven los de otras personas cuando comparten conmigo. Esta función cobró especial relevancia con la jubilación que, teniendo mucho de bueno, tiene la parte triste de la desaparición brusca de la vida social inherente a la profesional, y más en una profesión como fue la mía. El blog ha mitigado ese vacío de un modo muy satisfactorio.

Por otra parte, el escribir obliga a organizar y depurar las ideas, las experiencias, las vivencias. Y eso es bueno y necesario. Una cosa es hablar, otra escribir. Una burrada es fácil decirla, y más en caliente. Es más difícil escribirla. Ese filtro que supone escribir y publicar me ha ayudado mucho a encontrar cierta coherencia en un mundo pavorosamente incoherente.

De vez en cuando alguien me dice que por qué no escribo un libro. Respondo que ya lo he hecho. Si junto todas las entradas sobre montaña, el libro tendría 289 capítulos, sobre reflexiones políticas 392, sobre reflexiones sobre educación 171, sobre mi fe 422, o sobre mi vida 424, por poner algunos ejemplos. Sí, creo que el blog es el libro que sigo escribiendo.

También me ha servido para encontrarme con gente que había perdido en los caminos de la vida y por casualidad me encontraron en internet y reanudamos la relación. Esto ha sido también muy bonito.

No puedo acabar esta entrada 3000 sin agradecer a tantas y tantas personas el apoyo que me han brindado a lo largo de estos doce años. En las redes sociales o cara a cara, el decirme que están ahí, al otro lado de la pantalla, siempre lo he agradecido, me ha reconfortado y me ha animado a seguir escribiendo.

Y de un modo especial a Isabel que me anima y acompaña, y que revisa sabia y concienzudamente, antes de su publicación, las entradas que considero más delicadas, por decirlo de algún modo.

Y ahora a seguir escribiendo, por si a alguien le sirve. A mí desde luego que sí.

Muchas gracias.


                      219 litros en 370 días. 

domingo, 15 de septiembre de 2024

Temporal de levante, ¡por fin!

La última semana del verano va a ser muy interesante meteorológicamente hablando; esperemos que no decepcionante, como tantas otras veces ha pasado.

Desde hace años “no han encajado las piezas” para originar un temporal de levante, y así nos ha ido. Sequía y como más algún episodio de lluvias fuertes, pero breve.

Ahora parece que por fin encajan. Una borrasca con dirección este-oeste nos puede alcanzar de lleno a partir del miércoles. Lo que de sí vaya a dar está por ver, aunque casi todos los modelos hablan de lluvias importantes, incluso torrenciales y durante varios días.

Lo que parece seguro es que podremos disfrutar de todo un temporal de levante. Cuánto, dónde, cómo y durante cuánto tiempo lloverá es lo que aún no está claro.

Yo no me quiero ilusionar, pues me he dado muchos “chafones” durante años mientras la sequía iba a más, pero esta es la ocasión más clara que veo para darle un buen golpe desde hace mucho tiempo. Puede llover mucho y bien.

Pero hemos de tener en cuenta que pueden darse también otros dos escenarios, ambos desastrosos. Uno, que las lluvias sean excesivas y violentas y hagan daño. Otro, que todo quede en nada o en muy poco.

Lluvias aparte, las temperaturas serán agradables. Lunes y martes oscilarán entre los 15-16 y 27-28, y el resto de la semana entre 17-18 y 24-25. El cielo, obviamente, despejado hasta el martes y cubierto o muy nuboso los demás días. Y el viento, del noroeste mañana y de levante en adelante, flojo pero que se notará.

Pues esto es lo que tenemos de momento. Situación ilusionante pero con no pocos riesgos. Lo ideal sería que nos dejara entre 200 o 300 litros a lo largo de varios días. ¡Ojalá así sea!


                        219 litros en 369 días. 


sábado, 14 de septiembre de 2024

¡Feliz Día del Cristo!


 

Llegué este verano con un amigo a lo alto de una montaña del Pirineo. Era muy temprano, estábamos solos. Y como tengo costumbre desde hace años, instalé alrededor del hito de la cima unas banderitas de oración, de esas que ponen en el Himalaya y actualmente en muchas de las cordilleras del mundo. El ondear de las banderas y sus colores recortándose contra el cielo y el horizonte circundante queda realmente muy bonito. Pero para mí el asunto no va más allá de lo estético de la composición.

Un ratito después llegaron dos parejas de mediana edad y tras saludarnos y hacerse fotos con mis banderitas, comentaron entre ellos algo así como que esto sí está bien, y no tanta cruz como hay por todas partes. Uno de ellos remató diciendo que lamentablemente aún tendremos cruces para rato.

He de reconocer que los comentarios me dolieron más de lo que me imaginaba. No dije nada, claro, retiré mis banderitas e iniciamos el descenso. Y pensé mientras perdíamos altura por una hermosa cresta, que el Día del Cristo sería una buena ocasión para compartir lo acaecido.

Porque sí, aún tendremos cruces para rato en mil sitios, y cómo no en las cumbres de muchas montañas, como desde hace cientos de años, como desde que una Cruz cambió la historia de la humanidad y le dio un sentido.

Y me supo mal por aquella gente. Porque eran víctimas de esa extraña costumbre muy nuestra de harakiri cultural, de despreciar lo nuestro acogiendo fervorosamente lo foráneo, porque las cruces en montañas, caminos, collados, pueblos, plazas y calles tienen una relevancia histórica y cultural, y a menudo estética que va más allá de lo religioso. Y negar su importancia, o incluso desear su eliminación es empobrecer nuestra cultura arrancándola de sus raíces.

Y también me supo mal, peor aún, esa vehemencia contenida contra las cruces que evidenciaba un desprecio, incluso una animadversión de aquella gente por la fe, porque solo ellos sabrán por qué, se privan, o los han privado, o ambas cosas, de la mejor noticia que los hombres podemos escuchar, que esas cruces que deseaban no volver a ver, son el símbolo de la Cruz que les salva, también a ellos, del vacío y el sinsentido de un mundo sin horizonte y sin mañana.

Esa cruz que anclada en la tierra apunta al cielo nos abre el futuro de par en par, dando pleno sentido a la historia que sin ella se perdería en el vasto vacío de la nada. Y a nuestras vidas.

Esa es la Cruz que exaltamos hoy.

¡Feliz Día del Cristo!


                     219 litros en 368 días. 

viernes, 13 de septiembre de 2024

Actualización fin de semana del 14-15 de septiembre de 2024.

Pues sí, ha habido combate, y aunque ayer el sur atacó con furia, hoy el norte ha contraatacado. Pero sigue la pelea. Las mínimas, el fin de semana serán agradablemente frescas, 16 grados, aunque las máximas intentarán el domingo  alcanzar de nuevo los 30 pero no llegarán.

En cuanto al viento será de levante los dos días mientras el cielo permanecerá despejado o casi. Y de lluvias, nada de nada.

En resumen, fin de semana bastante agradable aunque el domingo y sobre todo a medio día y al sol será verano.


                       219 litros en 367 días. 


miércoles, 11 de septiembre de 2024

219 litros en un año.


 Se pueden ver muy bien los pinos muertos por la sequía. Montes de Casinos.

Decía en una anterior entrada que hoy hablaríamos de las lluvias por estas tierras. El motivo es muy claro. Hoy se cumplen 365 días, un año, con tan solo 219 litros por metro cuadrado. Además, si vemos lo caído el año pasado, 308 y lo que de momento llevamos este, 215, la conclusión es desoladora.

La media de precipitaciones en lo que llevamos de siglo, y en la terraza de mi casa, para ser exactos, es de 499,9 litros por metro cuadrado; digamos que 500. Pues bien, el año 2023 quedó 192 por bajo de esta media; este, de momento, 285 también por debajo, y como ya he dicho a lo largo de estos 365 días han caído 285 litros menos de los que debería haber caído para alcanzar la media.

Un desastre. Lo miremos por donde lo miremos, un desastre. Una sequía larga y dura pero muy poco mediática, pues si hablas por ahí de esto casi nadie asocia sequía con Valencia; sí con otra comunidad autónoma. La deformación de la realidad por parte de los medios de comunicación funciona a las mil maravillas. Pero esto es harina de otro costal.

El hecho es que es necesario y urgente que llueva, y mucho, pues el respiro que las tormentas de verano han dado a los montes y campos es del todo insuficiente. Necesitamos un otoño de verdad, como los de antes, con unos cuantos temporales de levante. Y frío, para que nieve en las montañas.

De momento dicen que igual llueve algo esta noche, y que es posible que se geste un temporal de esos que nos entran por el este. De los buenos. ¡Ojalá! Ha de llover, y cualquier otra consideración es secundaria.


                 219 litros en 365 días. Un año.


martes, 10 de septiembre de 2024

Receta. Espárragos con berberechos.


 

Nos dieron en un restaurante de buen comer y entorno precioso, sito en el valle de Arán, como aperitivo, detalle de la casa, un vasito con una especie de gazpachito blanco, buenísimo. Nos dijeron los ingredientes y he probado a hacerlo.

No es lo mismo que bebimos allí, pero se le parece bastante. El sabor es más fuerte, más contundente. El de allí era más suave, pero ambos pueden ser un entrante idóneo en tiempos calurosos, sobre todo si se sirve frío. Y más fácil no puede ser.

Ingredientes para dos personas:

-Un bote mediano de espárragos blancos.

-Una latita de berberechos al natural.

-Dos cucharadas de mayonesa.

-Sal.

Empezamos por batir los espárragos. Luego le añadimos todo el caldo de los berberechos, las cucharadas de mayonesa y una pizca de sal, muy poca, y volvemos a batir hasta que quede una mezcla homogénea. Si lo queremos más líquido añadiremos parte del agua del bote de espárragos.

Lo serviremos en un tazón con los berberechos a modo de picatostes. La cantidad que pongamos, a gusto del consumidor. Si sobran podemos servirlos aparte con vinagre o limón.

Está sorprendentemente bueno. Si te gustan los espárragos y los berberechos, claro.


                     219 litros en 364 días

domingo, 8 de septiembre de 2024

Gana el norte.

Siempre es difícil predecir el tiempo cerca de los equinoccios, pues en nuestras latitudes se enfrentan el norte y el sur. En el de otoño acabará ganando el norte, en el de primavera el sur, pero el “combate será a muerte”.

Por eso lo que puedo decir de esta semana igual no pasa, pero a fecha de hoy el pronóstico acaba con el verano, lo cual, personalmente, me produce un gran regocijo.

Las temperaturas irán a la baja, día tras día, tanto mínimas como máximas. Desde los 31-20 de mañana hasta los 24-14 del sábado. El domingo remontarían un poquito solo.

En cuanto al cielo, despejado, salvo miércoles y jueves que estará más nuboso; y el viento soplará de origen marítimo excepto jueves y viernes que entrará del noroeste. Nunca demasiado fuerte.

Y parece ser que también podrá llover, pero cuánto es un misterio, porque los modelos van variando continuamente desde ligeras lloviznas hasta lluvias importantes. En los días sí coinciden, miércoles y jueves.

Como he dicho esto es lo que hoy parece que va a pasar. En cualquier caso, de un modo u otro, el norte lleva las de ganar los próximos días.


                    219 litros en 362 días


viernes, 6 de septiembre de 2024

Actualización fin de semana del 7-8 de septiembre de 2024.

Fin de semana de verano. Aún no se ha acabado, aunque el meteorológico, sí. Máximas de 32-33 y mínimas de 21-23. Cielos despejados y vientos mañana de poniente y el domingo de poniente otra vez o de levante. Hay división de opiniones sobre este extremo.

También es posible que la tarde del sábado y la mañana el domingo el cielo se cubra de nubes altas sin más consecuencia que alguna llovizna de madrugada.

En cuanto a las lluvias de esta semana pasada, sí han llegado, pero más bien escasas. Un total de 35 litros es una cantidad bastante pobre para lo que nos hace falta.

De esto hablaremos el día 11 de septiembre. Ya veréis por qué.


                       218 litros en 360 días.


Un abrazo en la cima.

Panorama de la Tuca de Roques Trencades hacia el oeste.

Pude disfrutar de un emotivo momento este verano en una cima del Pirineo, la Tuca de Roques Trencades, de 2755 m. Voy a contarlo porque es bonito.

Nosotros habíamos subido por la cresta norte y desde la cima vimos un pequeño grupo, cinco personas, que ascendía por la sur. Tres se quedaron en una antecima y dos continuaron subiendo.

Pasado un tiempo llegó un chaval joven, rondaría los 16 o 17 años, y poco después un señor mayor. Se abrazaron intensa y largamente, ajenos a nuestra evidente presencia. Después se nos acercaron y entablamos una amable conversación.

Eran padre e hijo. Buscaban cimas poco conocidas para gozar del silencio, de inmensos horizontes, de la compañía de la gente a la que quieres en la soledad de las montañas ignoradas por la mayoría. El resto de la familia, ya cansada, se había quedado un poco más abajo. El padre, feliz hablaba expansivo, y el chaval sonreía y callaba.

Ellos siguieron su camino y nosotros el nuestro, pero con el buen sabor de haber encontrado montañeros de los de antes, quedan pocos, y de haber sido testigos de la presencia viva de la montaña fundiendo en un abrazo a un padre y su hijo. Con todo lo que eso significa. Con todo lo que habría detrás de ese abrazo.



                              218 litros en 360 días.

 

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Me hubiera dado vergüenza.

A la mayoría, decir a todos es mucho decir, nos gusta sentirnos cómodos allá donde vivimos, incluso un poco orgullosos si puede ser. Nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra casa, si vivimos en el monte, forman parte de nuestra propia vida.

Este verano hemos estado en numerosos lugares cuyos habitantes no solo pueden sentirse cómodos, sino además estar orgullosos. Y si es cierto que ese entorno tiene mucho de heredado, y hay herencias y herencias, también es cierto que sobre lo recibido de generaciones anteriores podemos actuar de muy diversas maneras.

Y una de ellas es la limpieza de lo que es de todos. El breve trayecto de casa al garaje donde guardo el coche es casi siempre una galería de basura impresentable. Véanse las fotos hechas hoy mismo.

Hay tres causas, pienso yo. Los adolescentes y jóvenes que se reúnen a pasar el rato, y otras cosas, en las escaleras, mostrando su nula educación y de paso lo mal que lo estamos haciendo como sociedad con ellos.

Por otra parte ciertos adultos que no tienen reparo alguno en tirar una puerta al barranco, dejándola allí como interesante expresión de “arte moderno”. La basura es bella, pensarán.

Y finalmente la gestión municipal de la limpieza del pueblo que, no siendo fácil, debería ser más eficaz, porque aunque lo ideal sería que no hiciera tanta falta, la realidad es que hay cerdos entre nosotros, más de los que quisiéramos, y con estos bueyes hemos de arar. No creo que costara tanto retirar esa puerta que lleva meses y meses, y barrer las escaleras y aledaños con más frecuencia.

El hecho es que yendo esta mañana a por el coche, pensaba que si viniera de visita algún amigo de esos que sí están orgullosos de su pueblo, y con razón, me daría mucha vergüenza que hubiera venido conmigo.














                         214 litros en 358 días.

martes, 3 de septiembre de 2024

Reflexión ante un pino.

 

Este pino está en un valle de los Pirineos. Muchas veces he pasado junto a él, pues vive cerca del sendero. Y digo vive con toda la profundidad de la palabra.

A más de 2000 metros, solo, enraizado en una roca, soporta el calor del verano y el frío del invierno, lluvias y nevadas, vientos y ventiscas… Y ahí sigue, año tras año. Solo un rayo podría matarlo, o quizá no, quizá lo dejara maltrecho, mutilado, pero seguiría viviendo.

Cada vez que paso junto él me alegro de volver a verle un año más. Por él y por mí. Porque este pino, desde que caí en la cuenta de su existencia hace mucho tiempo, me ha hablado siempre de la fuerza de la vida y del origen de esta fuerza.

En un entorno duro, hostil, sobrevive. Porque ese entorno es su entorno. Y ahí está la clave, el origen de la fuerza que lo mantiene vivo sobre su roca, frente al cielo, ora plácido y benigno, ora tempestuoso y brutal. Está en su sitio.

Y pienso cuando lo veo que eso mismo nos pasa a las personas. Cuando estamos donde queremos y debemos estar no hay temporal que nos derribe. El desarraigo nos debilita, nos hace más vulnerables de lo que ya somos.

El pino vive en su roca, su cielo, su valle, sus montañas, rodeado de sus plantas y animales… Nosotros debemos encontrar y cuidar nuestra roca, nuestro cielo, nuestro valle, nuestras montañas, las plantas y animales que nos rodean…

Habremos de preguntarnos qué es nuestra roca, nuestro cielo, nuestro valle, nuestras montañas, quiénes son las plantas y animales que nos rodean…, y cuidarlo, porque en ello nos va la vida.

Esta es la reflexión que me regala ese pino solitario del valle de Lliterola.


                     183 litros en 357 días.


lunes, 2 de septiembre de 2024

La cruz del Aneto.

 

La cruz expuesta en el palacio tras su restauración.

Debía ser esta una de las primeras entradas tras el “reposo estival” y así va a ser. Será el Aneto el protagonista, el Aneto en mi vida, y no porque sea la montaña más alta del Pirineo, sino por la relación que entre ella y yo se ha ido estableciendo a lo largo de los años.

Cuando este verano salí del palacio de los Condes de La Ribagorza, donde estaba expuesta la cruz de la cima tras su restauración, llevándola al hombro con un grupo de voluntarios y algunos miembros de la Guardia Civil de montaña, me sentí anonadado por la “casualidad” que me deparaba tal honor, y feliz por lo que para Isabel y para mí esa cruz significa. La llevamos al hangar del helicóptero de rescate desde, en fecha no determinada, la subirán de nuevo a la cima donde estaba desde el 12 de agosto de 1951 hasta que la bajaron para su restauración.

De momento he llegado a ella 11 veces, más dos en las que no pude alcanzarla, pues en una el Paso de Mahoma estaba helado y en la otra una espesa niebla la cubría e iba con gente demasiado joven.

Cada una de las trece veces que he subido, también esas dos en las que no llegué a ella, han quedado grabadas en mi memoria de un modo nítido y son ya un bonito e íntimo recuerdo, pero hay algunas que por diversos motivos destacan sobre las demás.

Y esas voy a relatar, sin quitar por ello mérito a todas las demás.

Llegué por primera vez el 20 de julio de 1984, solo. Y solo estuve un buen rato en la cima, junto a la cruz, a donde, recuerdo bien, llegaron tres aragoneses, ya mayores, con los que estuve un buen rato de amable conversación. No había nadie más. Llevaba botas, crampones y piolet, como debe ser, y las grietas del glaciar, entonces enormes, me impresionaron muy vivamente.

El 12 de agosto de 1986 volví con un grupo de amigos mucho más jóvenes que yo. Uno de ellos había estado a las puertas de la muerte a causa de una grave enfermedad. En los largos días de hospital soñaba con llegar a la cima. Cuando por fin ese verano fuimos, a nadie se nos olvidará el momento en el que, tras cruzar el Paso de Mahoma, corrió a la cruz y, abrazándola, se echó a llorar.

También ese día, ya de regreso por el glaciar, caí en una grieta. Afortunadamente era estrecha y abrí instintivamente los brazos, con lo que conseguí detenerme y pude salir con bien del susto. No olvidaré la sensación de sentir los pies en el vacío.

El 9 de julio de 1987, con la intención de hacer algo más que subirlo, acampamos en el collado Coronas, a 3200 metros de altura. La noche, fría pero serena, fue mágica, y la ascensión, breve y bellísima, caminando sobre un glaciar resplandeciente, iluminado por el sol que emergía de un inmenso mar de nubes.

Es el Aneto la primera cima pirenaica de Isabel y en aquella ascensión demostró lo mucho que le gustan las montañas y su increíble resistencia y tenacidad. Era el 21 de agosto de ese mismo año. La alcanzamos, en una marcha agotadora, desde Remuñe, de donde salimos el 20, con un vivac breve y precario en el ibón del Salterillo, regresando a Remuñe donde habíamos instalado las tiendas. Más de 24 horas de marcha, sin casi descanso, para llegar antes que el temporal que se avecinaba. Empezó a llover cuando llegamos al campamento.

Años más tarde, pude asistir a la misa que en la cima se celebró con ocasión del 150 aniversario de su conquista, el 20 de julio de 1842, realizada por el ruso Platón de Tchihatcheff y el francés Albert de Franqueville. Es esta otra “casualidad”, pues no había caído en la cuenta de que justamente esos días estaba en Benasque y me era posible volver a su cruz en fecha tan señalada. Comulgué en la cima.

Pero el tiempo pasa y la última vez que fui, el 26 de agosto de 2014, ya no se respiraba allí la paz ni había la soledad que en el siglo pasado encontré siempre en aquellas alturas. Ahora no se me ocurriría ir al Aneto en verano, y menos en fin de semana. Se puede ir, pero de otra manera.

En el Pirineo soy montañero, no deportista, ni turista. Como imagino que quien haya tenido la paciencia de leer hasta aquí habrá podido deducir, la montaña, el Aneto y esa cruz que el pasado 23 de agosto tuve el increíble privilegio de llevar al hombro, son para Isabel y para mí mucho más que una conquista deportiva o una foto de recuerdo. O quizá no mucho más, sino algo distinto, algo totalmente distinto. Y eso hay quien lo entiende sin palabras, y quien no lo entenderá nunca por mucho y bien que se lo expliquemos.

Acabo con la inscripción que lleva la cruz.

Protege Domine plebem tuam per signum Sanctae Crucis.

Sí, eso dice, “protege Señor a tu pueblo por la señal de la Santa Cruz”.

Momentos antes de salir del palacio de los Condes de la Ribagorza.

Elevándola frente al hangar. 


                              183 litros en 356 días.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Semana del 2 al 8 de septiembre de 2024.

Vuelvo al blog tras el paréntesis estival como cada domingo por la tarde, hablando del tiempo de la próxima semana y desde ya hace demasiado tiempo de la sequía que no acaba. Y así sigue.

Empezaré diciendo que el verano meteorológico, junio, julio y agosto, nos ha dejado 102 litros, bastante más que el invierno y el otoño pasado si no contamos septiembre. Eso nos da un total de 183 litros en 355 días, y de 179 en lo que llevamos de año. En otras palabras, sigue la sequía como ya he dicho y una sequía extrema.

Pero hay una esperanza, esta semana que empieza mañana. Puede llover bien, con ganas, pero también puede hacer daño o dejarnos solo cuatro litros mal contados. Veremos.

Lunes, martes y miércoles son los días clave. A partir del jueves el riesgo de lluvias desaparece. Y eso sí, las temperaturas se suavizarán y el viento seguirá de origen marítimo, afortunadamente.

Esto es lo que hay de momento. Semana interesante, de esas de seguir las previsiones día a día. A ver si acabamos el año con 500 litritos por lo menos. Aún nos faltan 321, y estaríamos en la media.


183 litros en 355 días.