FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 18 de septiembre de 2024

A la sombra de un olivo.


Andando un día de estos por la sierra, poco después de dejar atrás el pueblo que había cruzado, me encontré con este cuadro que veis en la foto.

Discurría el camino entre huertos, bien cuidados unos, otros ya abandonados, y una frondosa vegetación que arropaba a un minúsculo arroyo. El pueblo y la carretera no quedaba lejos, pero el pequeño barranco que ya me separaba de él hacía de barrera para el ruido que llegaba apagado.

Ascendía poco a poco cuando tras una curva apareció el espectáculo. Primero me llamó la atención el impresionante olivo que veis. Su tronco es toda una escultura tallada a lo largo de los siglos por la naturaleza. Su copa se veía sana y bien formada. Todo un señor olivo digno de respeto y admiración.

Lo contemplaba sin prisa, bien merecía un alto en el camino, cuando reparé en las dos sillas que a su sombra invitaban al descanso. Miraban hacia el huerto que había al otro lado del camino.

Nunca había pasado por allí y me senté, no en las sillas, un ratito a contemplar. Y a imaginar… Porque aquello lo merecía.

Había paz; esa mezcla de voces, golpes, motores, máquinas que llamamos, o al menos yo llamo ruido, sonaba lejano, aunque su origen estaba cerca. Se escuchaba más un viento suave en las copas de los árboles.

No me fue difícil ver con los ojos de mi imaginación a dos abueletes, sentados en las sillas, contemplando su huerto a la sombra del olivo. O al abuelo con su nieto al que ha llevado allí de excursión mientras le cuenta historias que se perderán con él.

Y pensaba también que llegar hasta allí, no está lejos del pueblo pero el camino sube, sentarse y charlar con el amigo, o con el nieto, puede ser una de las últimas cosas que dé sentido a su vida.

No, no me senté yo en las sillas. Me merecía aquel lugar demasiado respeto y me hubiera sentido como un intruso. Pues aun no habiendo nadie ni nada que me impidiera hacerlo, en aquel rincón umbrío, pacífico y bellísimo sentí una presencia a la que no quise importunar.

Y feliz por el encuentro continué mi camino.


                       219 litros en 372 días.

 

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