Ese algo más... yo sé que era Él.
Cansados pero contentos. Así hemos
vuelto de las convivencias de primero y segundo de secundaria. ¡Muy bien, lo
han hecho muy bien! En todo momento, de día y de noche, a la hora de jugar y a
la hora de trabajar, a la hora de rezar y a la hora de dormir. Muy bien. Los
hermanos que viven en la casa nos han dado, reiteradamente, la enhorabuena.
Sí, bien por todos. Por los papás, que han confiado en nosotros y “se han rascado el bolsillo” en estos tiempos
que corren. Por los tutores, que han acompañado, en el sentido profundo de la palabra, a sus alumnos, desde el principio. Por los
monitores, que han trabajado duro y muy bien. Por Juan, que lleva tiempo preparando esto, que no ha parado un momento, y que nos ha
hablado muy claro de Dios. Por los hermanos de La Salle, que nos han cuidado de categoría. Por los
compañeros, que nos han visitado y “endulzado”, o que han trabajado en el “cole”, en la organización o en sustituciones, por ejemplo, para que pudiéramos estar nosotros aquí. Y sobre todo, por nuestros alumnos, que
como he dicho desde el primer momento, lo han hecho genial.
Y algo más, ha habido algo más,
porque la suma de todo esto, por mucho
que sea, que lo es, no da el resultado que hemos tenido. El resultado es más
que la suma de las partes. Sí, ha habido algo más, alguien más, y yo se que ese alguien más... era Él.
Han pasado cosas bonitas, muy
bonitas. Cosas de esas que se quedan, que provocan cambios. Que alegra verlas,
escucharlas y mucho más vivirlas.
Hoy mismo me decía una alumna.
“Podíamos quedarnos más. Es que aquí tenemos todos una actitud… ¡que estamos
muy bien!”. Y es verdad. Estábamos todos muy bien.
Yo he vuelto con la certeza, y esto,
afortunadamente, me ha pasado muchas veces en educación, de que he recibido más que he dado, y siempre que me pasa esto, siento una inmensa gratitud hacia mis alumnos, y alegría.
Pienso que eso es lo mejor que le puede pasar a un “maestro”. Gracias,
“tiparracos” y “tiparracas” de primero y segundo.
Pero también he vuelto con otra
certeza. ¡Qué mal nos lo montamos¡ ¡Qué lejos estamos de lo esencial! ¡Qué
lejos del hombre! ¡Qué lejos de la vida! Programaciones, documentos, registros,
calidades, órdenes, decretos, resoluciones, consellerías, inspecciones,
auditorias…Es este un camino árido, frío, triste, sin luz; un camino que nos aleja
del centro; un camino que siendo tan solo pura herramienta, acaba comiéndose
casi todo; sí, casi todo. ¡Qué diferencia con el que hemos gozado apenas, estos
días ¡Había luz, vida, calor, humanidad, sentido, encuentro, alegría, paz…Como decía
mi alumna: “¡es que estamos muy bien! ¿por qué nos hemos de ir?”
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