Así estaba ayer la Calderona. Vista de la Mola de Segart bajando de la Peña Roja. |
Soy tonto del bote. Fijaos, después de las lluvias de
marzo pensé, inocente de mí, que la cosa iba a cambiar. El monte igual, también
lo pensó, y se vistió de fiesta para esta primavera, ¡que bonito está!
Pero ha sido un espejismo. El monte se agostará en
mayo y mi esperanza se agostará con él.
Ya veis. En abril han caído ocho litros. Y mayo ha
empezado con calores salvajes y ponientes resecos y así, palmo arriba, palmo abajo, va a continuar.
Y sin ninguna previsión de lluvia, ninguna. Junio a la vuelta de la esquina, y
el horrible verano por delante, julio, agosto, septiembre…
El riesgo del fuego, las plagas, en particular la del
tomicus, el abandono del monte, la situación meteorológica atroz, es difícil
que sea peor, y la indiferencia de la población ante el medio natural, condenan
a la Comunidad Valenciana
a una catástrofe medioambiental inimaginable.
¿Alguien está haciendo algo? Cuando veo ese
letrerito, en los autobuses, que dice “orgullosos dels nostres parcs”, me
entran ganas de vaciar el autobús de personal y pegarle fuego. Sólo ganas, ¡eh! Sé que no
hay que hacerlo, porque nada arreglaría, más bien lo empeoraría. Pero es que, de verdad, el letrerito me toca las
narices, por no hablar de otro sitio…
Hace mucho tiempo que veo y así lo manifiesto, la
urgente necesidad de que el gobierno valenciano cree un gabinete de crisis que,
aglutinando a todos los partidos, afronte la extremadamente crítica situación
del medio ambiente en la Comunidad
Valenciana.
¿Señora Bonig?, es consciente de lo que está pasando.
¿De verdad? Sinceramente, no me lo parece.
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