Lo cotidiano muchas veces es tachado de vulgar, de
insignificante, de despreciable. Y el suelo que pisamos es tan…cotidiano.
Sin embargo, ¡cuántas maravillas podemos encontrar
mirando a donde pisamos!, por ejemplo, un hormiguero en el suelo seco. ¡Qué
perfección de líneas! ¡qué forma tan perfecta!
Me gusta contemplarlos, ver cómo se afanan las
hormigas entrando y saliendo por su pequeño volcán, antesala a un asombroso
laberinto repleto, en vez de lava, de vida, de una vida oculta a nuestros ojos,
de una vida capaz de crear esa pequeña obra de arte.
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