Como se fue el maestro,
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no
trabaja.
¿Murió? . . . Sólo sabemos
que se nos fue por una senda
clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y
esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo
que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las
sombras pasan;
lleva quien deja y vive el
que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced,
campanas!
Y hacia otra luz más pura
partió el hermano de la luz
del alba,
del sol de los talleres,
el viejo alegre de la vida
santa.
. . . Oh, sí, llevad,
amigos,
su cuerpo a la montaña,
a los azules montes
del ancho Guadarrama.
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el
viento canta.
Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde
juegan
mariposas doradas . . .
Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de
España.
Antonio Machado, Baeza, 21 febrero 1915.
Este sentido poema que Antonio
Machado escribe en memoria de su querido maestro, Don Francisco Giner de los
Ríos, fundador de la Institución Libre
de Enseñanza, institución ésta tan importante en la vida del poeta, encierra en
su brevedad, los más profundos elogios que un alumno pueda dirigir a su maestro.
La vida del maestro ha tenido pleno
sentido en la de su alumno, y desde esa senda
clara por la que partió a una luz más pura, el viejo alegre de la vida santa le insta a seguir trabajando, viviendo, en la esperanza de un mañana mejor. Y
le dice también, sed buenos y no más. Simplemente.
Sed buenos.
Y el alumno, que conoce a su maestro, pide que lleven
su cuerpo, a los azules montes del ancho
Guadarrama. Repose allí, bajo una
encina casta, en tierra de tomillos, donde juegan mariposas doradas…
Que algún alumno pueda hacer suyos los sentimientos
de gratitud, cariño y respeto que encierra este poema, es quizá, lo más a lo
que un maestro puede aspirar. La coronación de una vida. No veo que como
maestros, nos pueda pasar algo más grande, ni más hermoso.
¡Feliz Día del Maestro!
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