Doña Isabel, ¿ha visto que bonita está este año la primavera en Alcublas? Pues así, en muchos, muchos sitios... |
Honorable Sra. Isabel Bonig Trigueros,
Consellera de infraestructuras, territorio y medio
ambiente
Nevó y llovió hace poco. ¡Qué bien! Pero lo bueno
pasó pronto. Hoy, un viento caliente, seco, recio, ha vuelto a recordarnos que
el monstruo está ahí, agazapado, esperando el momento para atacar…
Muy honorable y dignísima Señora Consellera, legión
de técnicos, asesores y administrativos que están a su servicio, ¿qué están
haciendo para que cuando ataque de verdad el monstruo, que atacará, y no un día
solo, sino dos, tres, cuatro…no tengamos nuevas catástrofes irreparables?
Soy consciente de que no lo tiene fácil. En realidad
nadie le ayuda, o casi nadie. Las decisiones equivocadas tomadas desde hace
mucho tiempo, han generado los problemas con los que ahora usted tiene que
lidiar. ¿Lo sabe, es consciente de que usted juega con desventaja?
Le voy a enumerar, lo que a mi juicio son las raíces
del problema que a usted le piden que resuelva. Son cínicos, muchos de sus
compañeros. Cínicos e insensatos.
Primero. Una ley de educación que ha vaciado los
pueblos. Que fuerza a muchas familias a trasladarse al pueblo grande o la
ciudad para evitar el autobús escolar, desde los doce añitos, que es un riesgo diario y un
problema.
Segundo. Una asistencia sanitaria que fomenta grandes
hospitales, dejando a los núcleos rurales con servicios mínimos. Si hay una
urgencia te quedas en el camino. ¿Serían tan caros unos cuantos helicópteros
medicalizados? Si tienes un accidente en Pirineos llegas antes al hospital que
si lo tienes en cualquier pueblo de la Serranía.
Tercero. Un abandono de las tareas agrícolas, lo que
conduce a la desaparición de muchos cultivos y al asilvestramiento de grandes
superficies. Y además una infrautilización de los productos sobrantes del
monte, en lugar de explotarlos como biomasa para producir energía, por ejemplo.
Cuarto. Unas leyes estúpidas, que no castigan al
delincuente ecológico, al pirómano enfermo, o al imbécil de la barbacoa, o de
la quema de rastrojos un día de poniente. Tengo clarísimo que quien provoca un
incendio forestal, debería ser juzgado por crímenes contra la humanidad. Y
pagar íntegramente una durísima condena. Aunque diga, ¡ay, es que no lo pensé!
Imbécil, más que imbécil, pues haberlo pensado.
Quinto. La falta de una estrategia seria que permita una
respuesta inmediata ante la emergencia forestal. Retenes permanentes,
hidroaviones listos para despegar, brigadas locales de vigilancia formadas por
gente del pueblo, control de los individuos que sabemos sospechosos,
prohibición temporal de acceso a zonas forestales, coordinación permanente
entre guardia civil, policía local y bomberos…
Y hay más causas, pero por hoy ya basta. ¿Ve usted,
honorabilísima Señora Consellera, cómo todo esto no depende de usted, pero es
usted quien paga los platos rotos? Le piden que ponga parches a una situación
cuyas causas son mucho, mucho más profundas y complejas de lo que parece. Pero
al menos, póngalos. No puede hacer más que eso, poner parches, hasta que algún
día, si llega ese día, nos demos cuenta que por este camino, al menos en esta
tierra, vamos al desastre, al desierto, a ninguna sitio donde valga la pena vivir.
Y mañana, el monstruo seguirá recordándonos que está
ahí, que sigue esperando, y que vienen meses buenos, muy buenos para destruir,
mientras nos refrescamos en la playa o en los centros comerciales con el aire
acondicionado.
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