Hoy,
miércoles, 22 de mayo, mi padre hubiera cumplido 85 años. Ya hace diez que
partió a la Casa
del Padre y desde allí, así lo asegura mi madre, vela por todos nosotros. Es
bonito verlo así, da paz. Es el regalo de la Fe.
Quiero pensar
y creer que ya se ha encontrado con Dios, con un Dios al que buscó incansable
toda su vida. Fue madurando su Fe a base de incertidumbres y de revelaciones,
de días de desengaño y de días de intenso gozo, de personas que le ayudaron en
su búsqueda, y de personas que se la complicaron, pero siempre buscó, nunca se
cansó de buscar.
Porque
recuerdo muy bien su incansable búsqueda, y porque yo ando también buscando, me
alegró encontrarme, hace ya algún tiempo, con un escrito que él guardaba entre
sus cosas y que posteriormente me dio mi madre.
El escrito
tiene ya muchos años. Tiene el sabor inconfundible de esos documentos viejos,
que desafían al tiempo pasando de mano en mano. El sabor de cuando no existían los
ordenadores y, para hacer copias, poníamos el papel de calco entre dos folios,
en aquellas viejas máquinas de escribir, hoy ya piezas de museo; y si te
equivocabas, pues a empezar de nuevo, o a asumir la equivocación, ¡qué le vamos
a hacer! Aquellas máquinas se parecían más a la vida.
El escrito es
una copia hecha con aquel papel de calco azul de entonces, con fallos de
mecanografía, y algunas faltas de ortografía. Se lo dieron a él, no sé quién ni
cuando, ¡hace ya tanto! Y él lo guardó.
Es un retrato
del Dios en quien él no creía, y leyéndolo ahora detenidamente, me he dado
cuenta de que ése es el Dios en quien yo tampoco creo.
Por eso, en su
décimo cumpleaños más allá de la muerte, en su décimo cumpleaños ya en la Vida , quiero con todo mi cariño y toda mi gratitud, hacer público el
texto.
Estoy seguro de que, de haber podido,
él también lo hubiera hecho.
EL DIOS EN EL
QUE NO CREO
Sí, yo nunca
creo en:
-
El Dios que ame el dolor.
-
El Dios que ponga luz roja a las alegrías humanas.
-
El Dios mago y hechicero.
-
El Dios que se hace temer.
-
El Dios que no necesita del hombre.
-
El Dios árbitro que juega sólo con el reglamento en la
mano.
-
El Dios solitario.
-
El Dios que manda al “infierno”.
-
El Dios que no sabe esperar.
-
El Dios que exija siempre un diez en los exámenes.
-
El Dios que adoren los que son capaces de condenar a un
hombre.
-
El Dios incapaz de perdonar lo que muchos hombres
condenan.
-
El Dios que impida al hombre crecer, desarrollarse y
transformarse.
-
El Dios que exija al hombre, para crecer, dejar de ser
hombre.
-
El Dios a quien agrada la limosna de quien no practica
la justicia.
-
El Dios de “ya me las pagarás”.
-
El Dios que se arrepintiera de haber dado libertad al
hombre.
-
El Dios que crea discípulos indiferentes a los
problemas de los hombres.
-
El Dios que de por buena la guerra.
-
El Dios que ponga la ley por encima del hombre.
-
El Dios que le falta perdón para algún pecado.
-
El Dios que prefiere a los ricos y poderosos.
-
El Dios al que solo se le puede rezar de rodillas, al
que solo se le encuentra en la
Iglesia.
-
El Dios que es incapaz de hacer nuevas todas las cosas.
-
El Dios que no tuviera una palabra personal, distinta,
para cada persona.
-
El Dios que nunca hubiera llorado por los hombres.
-
El Dios que no fuera Luz.
-
El Dios que no pueda descubrirse en los ojos de un
niño, de una mujer o de una madre que llora.
-
El Dios que no esté presente donde los hombres se amen.
-
El Dios que destruyese la tierra y las cosas que el
hombre ama en lugar de transformarlas.
-
El Dios que no tuviese misterios, que no fuera más
grande que nosotros.
-
El Dios que destruyese para siempre nuestro cuerpo en
vez de resucitarlo.
-
El Dios para el que los hombres valieran más por lo que
tienen que por lo que son.
-
El Dios que aceptara por amigo a quien para por la
tierra sin hacer feliz a alguien.
-
El Dios incapaz de divinizar al hombre, sentándole en
su mesa y dándole parte de su herencia.
-
El Dios que no fuese amor, y no supiese transformar en
amor todo lo que toca.
-
El Dios incapaz de llenar de amor el corazón del
hombre.
-
El Dios que no se hubiera hecho verdadero hombre con
todas sus consecuencias.
-
El Dios que no hubiese regalado a los hombres hasta a
su misma madre.
Creo que el texto que conservaba tu padre estÁ escrito por Juan Arias, un sacerdote que después se secularizó y ha sido colaborador de EL PAÍS.
ResponderEliminarMuchas gracias por la información, Don José Luis.
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