FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 11 de enero de 2015

La triste cuestión de las cruces.



Hace ya muchos años, cuando yo era joven, aún no había hecho la “mili”, trabajé en un colegio público en Valencia de “profe” de religión, en lo que era la EGB. Recuerdo aquel tiempo con cariño.
Uno de los compañeros que tenía, con el que me llevé muy bien desde el principio, era el profesor de matemáticas, un señor ya de cierta edad, miembro del, recién legalizado, Partido Comunista.
A nadie escapaba, y más en aquellos tiempos, lo curioso de la amistad entre el joven “profe” de “reli” enviado por el Arzobispado y el ya mayor “profe” de “mates”, comunista convencido y militante activo de un partido recién salido de la clandestinidad y que tantas ilusiones y también recelos despertaba, a partes iguales, en la sociedad de la transición.
¿Y sabéis quién permitió el encuentro entre nosotros? Santa Teresa de Jesús. Salía un día yo de clase y había dejado un texto inacabado de la santa castellana en la pizarra. Recuerdo que, desde la puerta, leyó con gran respeto lo que había escrito y lo acabó. Se lo sabía de memoria.
Y es que le gustaba la literatura, sabía un montón, y entre sus escritores preferidos estaba, precisamente, Santa Teresa. Y ahí nos encontramos. Y durante aquel curso fuimos compartiendo vivencias, experiencias, momentos…
Al final del viaje de fin de curso de 8º a los Pirineos, (no fue cosa mía) nos despedimos. Yo me iba pronto a la “mili” y a él no le faltaba mucho para jubilarse. Sabía que la vida nos alejaba, de hecho no volví a verle, pero en los meses que caminamos juntos, descubrimos que era mucho más lo que nos unía que lo que nos separaba, y cultivamos lo que teníamos en común, la literatura y la educación, sin tener por qué renunciar ninguno a nuestras convicciones.
Aquellos tiempos me marcaron. Por eso, cuando leí hace unos días, en el periódico, la lucha de un abogado, secundado por un grupo de “libertadores”, por retirar una cruz situada en la cima de la Muela de Orihuela, me da toda la pena del mundo. Y miedo.
Es muy triste y muy lamentable que haya todavía gente incapaz de asumir y superar la historia. Incapaz de aceptar que nuestra cultura tiene, lengua incluida, innumerables elementos religiosos que a nadie privan de su libertad de creer o no creer y que además la enriquecen y la conforman. Gente incapaz de buscar lo que nos une y cuidarlo, en vez de buscar las grietas, que las hay, para agrandarlas.
Es curioso, cómo Francia, país laico donde los haya, está sembrada de cruces, vírgenes y santos. Son parte de su historia y su cultura. Y nadie se siente agredido por ello. Aquí, en cambio, estamos asistiendo a una triste y absurda retirada de cruces de muchas montañas.
En este año de elecciones, ¡qué miedo me da esa sombra de Caín que sigue proyectándose sobre nuestra tierra! ¡Qué miedo me dan las simplificaciones maniqueístas que facilitan la manipulación y avivan el enfrentamiento!
Aquel “profe de mates” estaba muy por encima de la miopía histórica de los que quieren arrancar de nuestra cultura enraizada tanto en Grecia y Roma como en  el cristianismo, cualquier vestigio de lo religioso. Aquel “profe de mates”, que disfrutaba con Santa Teresa, desde su ateísmo, porque así se declaraba, y su compromiso político y social, había asumido y superado la historia. Creaba futuro.
Hoy, casi 40 años después, demasiada gente sigue anclada al rencor, siguen sin ser capaces de ver en una cruz en lo alto de un monte, eso, no más que una cruz, la pusiera quien la pusiera. Una forma antiquísima, arraigada en la tradición, para muchos bonita, de marcar el final de un camino.
Esta tarde, ¡qué hermosa estaba la cruz del Oronet, recogiendo en ella las últimas luces del día y brillando en medio de la oscuridad de la montaña!

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