FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 7 de enero de 2015

Aquel cumpleaños en la nieve...


Este fue el grupo de la aventura, antes de una excursión.
El día del regreso empezaba a nevar. Había que bajar andando a Barruera, pues el autobús no podía subir a Durro.
Corría el año 1985. Un grupo de la parroquia nos fuimos a Durro, un pequeño pueblo del valle de Bohí, el 1 de enero, con la intención de regresar el día 5 por la tarde. Llegamos el 7 a medio día. Una fuerte e inesperada nevada que entró por el sur cortó la carretera, por lo que la primera noche la pasamos en Puente Montañana. El día 6 sólo pudimos llegar al pueblo siguiente, Tolva, donde pasamos la segunda noche, pues se congeló el gasoil del autobús.
Pero de esta aventura ya he hablado en este blog (escribid en el buscador noche de reyes); hoy lo que quiero es rememorar una vez más aquel cumpleaños doble que celebramos a las doce de la noche, entre los días seis y siete.
Mª Ángeles cumplía años el seis y Toni el siete. Eran muy jovencitos. No les dijimos nada de lo que preparábamos. Isabel e Inés encontraron en el horno del pueblo lo más parecido a una tarta, una especie de magdalena, y pusieron dos velitas, una por cada uno. De regalo, unas moneditas de chocolate.
Imaginad la escena. En el bar, al que habían acudido muchos vecinos ofreciéndonos sus casas, había aún bastante gente que nos hacía compañía. Fuera, en la calle, el frío era atroz, 21 grados bajo cero, y estaba todo nevado. En el cielo titilaban millones de estrellas. ¡El cielo pirenaico invernal, alto y helado!
A las doce en punto se apagaron las luces, y todos los que allí estábamos entonamos el cumpleaños feliz, mientras de la cocina, sacábamos la "tartita". Recuerdo las caras de mucha gente en aquel momento. Las suyas, las nuestras, las de los vecinos allí congregados…
Hubo lágrimas, abrazos y besos. Alegría y nostalgia. Magia diría yo, allí hubo magia. Como si Sus Majestades, antes de volver a Oriente, hubieran pasado aquella gélida y estrellada noche por aquel pequeño pueblecito pirenaico perdido en la nieve y nos hubieran hecho un gran regalo: la conciencia de esa capacidad que tenemos los humanos de acogernos, de querernos, de cuidarnos los unos a los otros.
Sí, yo creo que nos lo hicieron. Nos hicieron un gran regalo. Casi, si nos hubiésemos asomado a las ventanas veladas y heladas, habríamos podido ver a los tres Reyes con sus pajes, perdiéndose en la nieve, hacia el oriente.

NOTA: Si quieres ver más fotos de aquel viaje pulsa Reyes de 1985.

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