Sean para todos. |
Una vez más la literatura viene a iluminar, en este
caso con una luz tristísima, el devenir de la vida, este cinco de enero.
Una luz triste pero poderosa que atravesando las
nieblas empalagosas de un mundo tan feliz como irreal, tan brillante como
vacío, ilumina esos rincones que preferimos no mirar nunca.
Miguel Hernández fue un niño pobre, nacido en una
familia pobre, en una España herida, entre otras heridas, por una tremenda y
dolorosa desigualdad social, fruto de una injusticia crónica de hondas raíces.
En el año 1937, en plena Guerra Civil, con el objetivo
de recabar ayuda para niños sin recursos, publica en una revista, el poema
titulado las abarcas desiertas.
Por
el cinco de enero,
cada
enero ponía
mi
calzado cabrero
a
la ventana fría.
Y
encontraban los días,
que
derriban las puertas,
mis
abarcas vacías,
mis
abarcas desiertas.
Nunca
tuve zapatos,
ni
trajes, ni palabras:
siempre
tuve regatos,
siempre
penas y cabras.
Me
vistió la pobreza,
me
lamió el cuerpo el río,
y
del pie a la cabeza
pasto
fui del rocío.
Por
el cinco de enero,
para
el seis, yo quería
que
fuera el mundo entero
una
juguetería.
Y
al andar la alborada
removiendo
las huertas,
mis
abarcas sin nada,
mis
abarcas desiertas.
Ningún
rey coronado
tuvo
pie, tuvo gana
para
ver el calzado
de
mi pobre ventana.
Toda
la gente de trono,
toda
gente de botas
se
rió con encono
de
mis abarcas rotas.
Rabié
de llanto, hasta
cubrir
de sal mi piel,
por
un mundo de pasta
y
un mundo de miel.
Por
el cinco de enero,
de
la majada mía
mi
calzado cabrero
a
la escarcha salía.
Y
hacia el seis, mis miradas
hallaban
en sus puertas
mis
abarcas heladas,
mis
abarcas desiertas.
Creo que el poema no necesita explicación alguna. No
quiero ensombrecer con mis palabras el brillo de un texto escrito desde lo más
hondo de la vida de un niño, de tantos niños…
Lo que sí voy a hacer es pedir esta noche, para este 2015 a Sus Majestades de
Oriente, sabiduría, prudencia, inteligencia para todos, pues de todos es
responsabilidad que no quede ninguna abarca desierta, pero de un modo muy
especial para aquellos en cuyas manos está en gran parte la responsabilidad de
forjar una sociedad donde cada noche del 5 de enero sea de verdad para todos la Noche de Reyes.
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