“Llueve;
Se
lava el cielo;
Dios
quiere limpio el corazón, el mundo,
limpia
la vida,
y
bautiza la tierra.
La
senda está ya limpia,
ya
se ha asentado el polvo,
se
lo llevó la lluvia,
se
lo ha llevado al lodo;
libre
el pecho respira aire lavado”.
Así habla de la lluvia don Miguel de Unamuno, y en la
gris y lluviosa mañana de este sábado, no he podido menos que recordar estas
palabras mientras la tormenta arreciaba, y en mi ayuntamiento, y en los de toda
España, se abría de un modo u otro una nueva página de la historia, como cada
cuatro años.
“Dios quiere limpio el corazón, el mundo, limpia la
vida…” Que nadie piense que soy tan simple como para interpretar estas palabras
en la clave falsa y pérfida de unas izquierdas buenas y liberadoras que, por la
voluntad soberana del pueblo, han venido como lluvia a limpiar la basura de una
derecha perversa y esclavizante, ¡no! Esta lectura del poema, que es la que
mucha gente, lamentablemente haría, nos conduciría con el polvo cierto, al
lodo, al lodazal donde tantas veces hemos caído en este país.
Dice Luis Cernuda desde el exilio:
“Un
pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en
creer que la razón de soberbia adolece
y
ante el cual se grita impune:
muera
la inteligencia, predestinado estaba
a
acabar adorando las cadenas
y
que ese culto obsceno le trajese
adonde
hoy le vemos: en cadenas,
sin
alegría, libertad ni pensamiento”.
Porque a esto es a lo que conduce
esta interpretación maniquea y falsa a la que antes he aludido, interpretación
que se apoya en la soberbia de quien se cree en posesión exclusiva de la razón,
sea del signo que sea, lo que siempre acaba con la muerte de la inteligencia.
Si yo y los que piensan como yo somos los poseedores del único pensamiento
razonable y justo, entraremos en el dogmatismo que desprecia, prohíbe, ignora
cualquier pensamiento que no esté en el sistema racional, siempre pobre, en el
que nos habremos atrincherado.
Todo dogmatismo, del signo que sea, esconde una
extrema pobreza intelectual. Dice también Unamuno, “cuanto menos se lee, más
daño hace lo que se lee”. Y ¿qué queréis que os diga? Temo que lo que está
pasando, y como está pasando, no se explique sólo con la crisis y la
corrupción, sino con el triste hecho del gravísimo deterioro de la educación en
España desde hace ya demasiado tiempo.
Deseo profundamente que aquellos
que hoy han tomado en sus manos la vara de alcalde, sean capaces de dar un paso
adelante en la historia, no atrás. Y eso sólo lo podrán hacer con todos, nunca
contra nadie, sin prejuicios, sin exclusiones. Eso sólo lo podrán hacer desde
la inteligencia, que siempre es humilde y reconoce la razón, necesariamente
compartida. Ya nos lo dice Machado, “tu verdad, no, la verdad, y ven conmigo a
buscarla, la tuya guárdatela". Eso sólo lo podrán hacer desde el respeto a
la libertad de todos que no debe dar
miedo, pues es la savia que mantiene el árbol verde.
Creo que sólo si andamos por este
camino, nunca, ni yo ni nadie, tendremos que hacer nuestras estas terribles
palabras de Cernuda,
“Si
yo soy español, lo soy
a
la manera de aquellos que no pueden
ser
otra cosa; y entre todas las cargas
que,
al nacer yo, el destino pusiera
sobre
mí, ha sido ésa la más dura".
Sí, es cierto. Hoy es de nuevo un
día histórico. Una nueva oportunidad para romper, de una vez por todas, la
vieja maldición de las dos Españas. Como cada vez que los ciudadanos
introducimos nuestros votos en las urnas.
Mis saludos y mi enhorabuena a Roberto, el nuevo
alcalde de Ribarroja, mi pueblo adoptivo; también a todos los que inician su
andadura al frente de sus pueblos y ciudades, y a los que continúan. Mi apoyo
si la tarea es dar un paso adelante en
la historia. Quiero ilusionarme con ello. Tengo esperanza, esperanza y miedo de
que no seamos capaces de hacerlo. ¡Ojalá sea de verdad, lo que ha pasado hoy, en
hora buena!
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