No vengas a salvarme. Salvémonos todos juntos. |
Sobran redentores, salvadores, “guillermos tell”,
“zorros” y demás fauna de esta especie
que ha encontrado las condiciones idóneas, en los tiempos que corren, para
reproducirse a modo de plaga imparable.
Plaga que se extiende por todos los ámbitos de nuestra
vida, utilizando entre otros instrumentos, como la persuasión y la
manipulación, internet y los medios de
comunicación. Sí, se extiende por el ámbito político, social, laboral…
Su "modus operandi" siempre es el mismo, sea a la
escala que sea. Hay una situación determinada o un problema no resuelto y
entonces alguien, porque yo lo valgo, entra en escena cual el Séptimo de
Caballería, y a la voz de ¡carguen!, rompe y rasga para “salvar al bueno”, sin
conocimiento real y completo de la situación y sin respeto alguno a los que ya en ella
estaban trabajando.
Porque yo lo valgo. Vanidad después de todo.
¡Apártate que aquí estoy yo para arreglar esto! Y además lo voy a arreglar sin
ti. ¡Inútil! Y más aún, contra ti…y ahora viene lo inconfesable, porque así
brillaré yo en todo mi esplendor, que es mucho.
¿Os suena esto en el ámbito político? Pero no penséis
que esto sucede sólo en ese ámbito. Buscad también a estos redentores en el
ámbito social, en las empresas, en el trabajo diario, en la vida próxima
y cotidiana, en todas partes.
El camino, de acuerdo con la ética más básica, es
otro. Veo el problema, bien. Hasta ahí bien. Entonces, lo correcto es primero
informarse, informarse cabalmente y luego colaborar, si es menester, con quien
ya está ahí, trabajando mejor o peor, pero trabajando. Y sumar esfuerzos. Sólo
así ganamos todos.
Pero claro, si lo hago así, no se verá ni mi
fulgurante brillo, ni mi augusto esplendor. Y
entonces pacto contra quienes ocupaban el lugar que yo ahora ocupo porque todo,
sin excepción, lo hacían muy mal. Acoso hasta el derribo a quien trabaja en el
mismo “nicho laboral” que deseo para mí, porque lo hace muy mal. Monto una
movida, vía wasap o face book, para salvar alguna “causa perdida”, porque los
profesionales implicados lo hacían muy mal…
Y como todos lo hacen muy mal, ahí voy yo, a hacerlo
bien. Y sin ellos, porque lo hacían muy mal, muy mal, rematadamente mal.
En fin, para acabar ahí va un trabalenguas. ¡Dios nos salve de los
salvadores! Porque en verdad, o nos salvamos todos entre todos o no se salva nadie. Y
aquellos que quieren salvarnos desde su grandeza, (se acaba el trabalenguas) sólo
nos hunden más y más, y además dejan un reguero de víctimas, de sociedades
enfrentadas, de grupos rotos, de personas quemadas vivas por sus brillos
cegadores, por lo brillos cegadores de los redentores.
Y es que en el fondo, después de todo, como dice el
Eclesiastés, “Vanitas vanitatum omnia vanitas”.
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