Parece ser que anda por ahí suelta una
curiosa campaña que pide que se incluya la educación vial como asignatura en
los colegios. Me chocó el asunto, intenté digerirlo y comprobé que no podía.
Yendo al grano. Educación vial, educación
para la ciudadanía tolerante y con talante, educación en valores, educación
afectivo-sexual, educación cívica, (no gritar innecesariamente, guardar cola, no
tirar papeles, no matar gatos a no ser que nos los vayamos a comer, no empujar
a viejecitas …), educación en las nuevas tecnologías, además de valenciano,
inglés, matemáticas, ciencias sociales, música, dibujo, ciencias naturales,
lengua española (sólo un poquito, porque eso ya lo aprenden solos), chino, que
es el futuro… ¿Qué más tenemos que hacer en los colegios?
Creo, muy sinceramente, que hemos perdido
el norte del todo. Que vamos en dirección contraria y a “toda leche”, y encima
sin conciencia de ello, porque cuando veamos el camión de frente gritaremos
aterrorizados, ¡qué hace ese loco! Y luego ¡plof, plaf, plif, catupluf, crin, clic,
chaf! Y los locos éramos nosotros.
Los primeros y máximos responsables de la
educación de los niños son sus papás, y pienso humildemente que enseñarles a no ir en dirección contraria
aunque vayas en “bici” no es cuestión del “cole”, como no lo es el decirles que
no hay que conducir si no estás en condiciones, o que hay que esperarse si el
semáforo está en rojo, aunque no venga nadie. Eso es responsabilidad de los
padres. En el “cole” apoyamos, reforzamos, colaboramos, pero no somos ni los primeros
ni lo máximos responsables.
Esta reivindicación es un paso más en la
vergonzosa dejación de sus funciones en favor de la escuela, por parte de
muchos padres. Es cómodo, desde luego, porque además, al no ser yo el
responsable, encima reclamo a quien lo es y hasta lo denuncio si hace es
menester. ¡Faltaba más!
Por este camino, día llegará en que
cuando un niño, o no tan niño, se reviente contra un coche por bajar en contra
dirección con su bici, cosa muy frecuente en la calle donde vivo, por ejemplo, la
familia denunciará al colegio por no haberle explicado en la clase de educación
vial que eso no se hace. Y al pobre “desgraciao” del “profe” al que le haya
tocado dar la asignatura, le pedirán toda clase de documentos y explicaciones
para que demuestre su inocencia, pues será culpable mientras no se demuestre lo
contrario.
Incluir en el currículo cuestiones cuya
responsabilidad es primero y ante todo de los papás, es un gravísimo error. La
educación, en mayúsculas, se inicia en casa y en el “cole” colaboramos, además
de enseñarles, instruirles, para que un día puedan llegar a tener una vida
laboral satisfactoria y eso sí que es cosa nuestra.
Me atrevería a plantear el asunto del
siguiente modo. La familia ha de “hacer”
la persona desde su irrenunciable libertad como padres, y el colegio
colaborar en esta tarea. El colegio ha
de preparar a esa persona para su vida laboral, con todo y con lo mucho que
ello conlleva, y en esto es la
familia la que colabora.
En esta educación sin norte, hay
muchísimas cosas sobre las que reflexionar, y ésta es una de ellas. Hemos de
clarificar funciones, asignar responsabilidades claras a padres y profesores. Y
que cada uno asuma la suya, no la de otros.
Si no lo hacemos, como no lo estamos
haciendo, saturaremos hasta bloquearlo el sistema educativo, y los padres se
convertirán simplemente en engendradores y criadores de los retoños que el
estado, a través de un sistema educativo “público y de calidad”, educará, ¡ojo!
quizá en su propio y exclusivo beneficio. Porque le habremos dejado. Más aún,
porque se le habremos pedido.
No sería la primera vez que algo así
sucede en la historia, siempre con consecuencias devastadoras. Pero claro, para
saber esto habría que saber algo de historia…y eso sí es cosa del “cole”, desde
luego.
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