Es
característica común a todos los totalitarismos, del signo que sean, silenciar
voces, prohibir lenguajes. Silenciar las voces discordantes, prohibir los
lenguajes de los que no son de mi cuerda.
Y
esto es lo que está pasando con las campanas. Porque prohibir el tañido de las
campanas es prohibir un lenguaje milenario que forma parte de nuestra cultura; que está integrado en nuestro medio ambiente, sea urbano o rural, desde hace
cientos y cientos de años.
Y si
a alguien le molesta, en primer lugar habría que decirle que la campana y el
campanario estaban ahí mucho antes que él se pusiera a vivir allí. También
habría que decirle que no son las campanas lo que le molesta sino lo que ellas
significan, y eso ya es harina de otro costal. Y además, con mucho respeto, por no ponernos a su altura, habría que decirle que
es su intolerancia y su rencor, su triste incapacidad de superar de una vez por todas la
historia, lo que le ha llevado a denunciar ante el ayuntamiento un lenguaje muy
querido para mucha gente.
Y el
ayuntamiento, interpretando la ley al pie de la letra, silencia las campanas
con unos argumentos tan demagógicos como cínicos. Tampoco ellos acaban de
superar la historia. El triste revanchismo histórico, sigue actuando en forma
de un anticlericalismo que confunde cultura y religión, y con el afán de poner
“las cosas en su sitio”, dan al traste con elementos culturales que teniendo
origen religioso han rebasado ampliamente los límites de la religión. Con medidas como éstas, no atacan tanto a la religión como a la cultura.
Son
como los talibanes que destruyen obras de arte valiosísimas en nombre de su
dios. El arte también es un lenguaje, como las campanas. Nuestros talibanes no
pueden destruirlas, pero si pueden prohibir que hablen, en nombre de "su dios".
Yo
he vivido muchos años a escasos metros de un campanario, y las campanas
entraron a formar parte de mi vida. Nunca me molestaron, pero claro, yo no soy
anticlerical, soy creyente. Y este es el quid de la cuestión.
No
nos engañemos. El problema no es un vecino, o dos o treinta, o los que sean. El
problema no son los decibelios. El problema es, y ya lo he dicho muchas veces,
la triste incapacidad de superar la historia de algunos de nuestros gobernantes y de demasiados ciudadanos. Y eso me da rabia, me da pena, me da miedo.
Sé
que tarde o pronto volverán a sonar las campanas. Sean laicas o religiosas. En una sociedad libre deben
sonar las campanas. Es un lenguaje, un antiguo, rico y hermoso lenguaje que el sectarismo de unos pocos no podrá silenciar indefinidamente.
Con esta esperanza, quiero acabar dando la palabra a Miguel Delibes. Es un bonito texto, escrito en su libro El Camino. Es la mejor descripción que conozco de lo que son las campanas..
Es
expresivo y cambiante el lenguaje de las campanas; su vibración es capaz de
acentos hondos y graves y livianos y agudos y sombríos. Nunca las campanas
dicen lo mismo. Y nunca lo que dicen lo dicen de la misma manera. Daniel, el
Mochuelo, acostumbraba a dar forma a su corazón por el tañido de las campanas.
Sabía que el repique del día de la Patrona sonaba a cohetes y a júbilo y a
estupor desproporcionado e irreflexivo. El corazón se le redondeaba, entonces,
a impulsos de un sentimiento de alegría completo y armónico. Al concluir los
bombardeos, durante la guerra, las campanas también repicaban alegres, mas con
un deje de reserva, precavido y reticente. Había que tener cuidado. Otras
veces, los tañidos eran sordos, opacos, oscuros y huecos como el día que
enterraron a Germán, el Tiñoso, por ejemplo. Todo el valle, entonces, se
llenaba hasta impregnarse de los tañidos sordos, opacos, oscuros y huecos de
las campanas parroquiales. Y el frío de sus vibraciones pasaba a los estratos
de la tierra y a las raíces de las plantas y a la médula de los huesos de los
hombres y al corazón de los niños. Y el corazón de Daniel, el Mochuelo, se
tornaba mollar y maleable — blando como el plomo derretido— bajo el solemne
tañir de las campanas. Estaba lloviznando y tras don José,…
¿Cómo
quieren callar la voz de las campanas? ¿Cómo se atreven?
No hay comentarios:
Publicar un comentario