Les
insisto a mis alumnos de filosofía que para poco sirve estudiarla si no son
capaces de aplicarla a sus vidas. Porque, aunque aparentemente eso de la
filosofía es de lo más abstracto, y para muchos, de lo más inútil, es quizá, y
así se lo digo, la asignatura más práctica de todas las que tienen en cuarto de
secundaria.
Y
más hoy en día. Es imprescindible que se paren a pensar. Es imprescindible que
piensen porque, como también les digo, si ellos no piensan otros pensarán por
ellos. Y entonces, aunque no lo sepan, se convertirán en títeres que se creen
libres. Serán como esos ordenadores “zombies” que controla alguien, sin que su
auténtico dueño sea ni lejanamente consciente de ello.
Lo
difícil es que sean capaces de afrontar la asignatura como algo más que una
asignatura. Que no sea aprobar lo que les mueva sino aprender, saber, entender
e intentar actuar en consecuencia llevándolo después a sus vidas.
Mi
planteamiento es claro. Si yo veo que de verdad se enteran y eso se ve en su
participación, en su actitud en la clase, en su forma de vivirla, en su
capacidad de trasladar a su experiencia personal a Aristóteles, Descartes,
Kant, Sartre…, estaremos en el camino correcto. Y entonces, no me harán falta
ni los exámenes. Ya tienen un diez.
Si
no es así, si simplemente son como más “nenes güenos y trabajadores”, pero no
van más allá, todo será más normal, digamos más estándar. Entonces sí harán
falta exámenes, porque será la única forma que yo tenga de saber si al menos
aprenden algo, aun sabiendo que para poco les va a servir. Cubriremos todos el
expediente, ellos y yo, pero no se habrá producido verdaderamente el acto
docente.
Está
claro que son muchísimas las variables que intervienen en esto, y muchas de
ellas difícilmente controlables, pero si al menos tenemos todos claro el
objetivo, alumnos y profesor, ya hemos dado un paso importante. Sabemos a dónde
queremos llegar. Queda andar el camino.
Y
aunque esto es aplicable para todas las asignaturas, veo que en el caso de la
filosofía es especialmente urgente. No importante, que lo es para todas.
Urgente. Porque como he dicho al principio, es imprescindible que piensen y más
en los tiempos que corren.
Hay
demasiada gente pensando por nosotros para salvarnos, dicen, de “los otros”,
que son los malos. Rompiendo la democracia en nombre de la democracia.
Maniatando la libertad en nombre de la libertad. Prometiendo paraísos que serán
para unos pocos…
Necesitamos
más que nunca a la filosofía.
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