He
podido, por casualidad, escuchar en directo en RNE, la respuesta de Puigdemont
al gobierno. ¡Impresionante! Impresionante ver cómo se puede tergiversar tan
brutalmente la realidad y decir tal cantidad de mentiras en tan pocas palabras.
Lógicamente
no voy a reproducirlo en el blog ni a comentarlo punto por punto, pues pienso
que su incoherencia es tan honda que, al no resistir el más mínimo análisis
objetivo, no valdría la pena el esfuerzo, pero no puedo evitar el hacer dos
observaciones.
La
primera es ese “apreciado señor Rajoy”
con el que empieza su carta. ¿Cachondeo? ¿Cinismo? Es evidente que el
presidente del Gobierno no le debe resultar muy apreciado, por lo que la
palabrita sobraba. Con decir señor Rajoy, suficiente. Aunque claro, si de
mentiras va el asunto, empezar con una puede hasta ser oportuno.
La
segunda observación me parece mucho más seria. Es la única posible verdad que encuentro,
y en cualquier caso habría que comprobarla. Dice que porcentualmente hay más
ciudadanos que han votado sí a la independencia el 1 de octubre que los que
votaron que sí al Estatuto de Autonomía de 2006. Si esto es mentira, es
mentira, pero si no lo es, es peor, mucho peor, y creo que no lo es. Porque lo
que sí es, es la demostración explícita del adoctrinamiento al que han sometido
a niños y jóvenes aprovechando la absoluta libertad que el estado de las
autonomías les ha brindado desde el primer estatuto en 1979.
La
reinterpretación falsa y tendenciosa de la historia, inoculando el odio a todo
lo español durante años tiene ahora sus frutos. Ésta creo que era la verdadera
y oculta hoja de ruta que el independentismo tenía trazada desde el principio. Empezar
por la educación y “comerle el coco” a cuantas más generaciones mejor.
Y por
fin ha llegado la hora de la cosecha. Ya hay bastantes inflamados en “amor
patrio”. Ahora hay que provocar un choque frontal con el estado para forzar una
respuesta que les permita demostrar a sus seguidores, exagerando y
tergiversando lo que haga falta, que España siempre nos ha oprimido y nos sigue
oprimiendo.
Me
decía un amigo que viendo lo que está pasando se entiende que haya guerras. Y
es verdad. Así de triste y de terrible. Estos señores nos están recordado a
unos y enseñando a otros que es posible acabar a tiros por la calle. Sólo hay
que romper el estado de derecho en nombre de la libertad y la democracia,
después de haber inventado un enemigo a batir. ¿Cómo? cultivado el rencor en
los mayores y manipulando a la juventud hasta la náusea. ¿Para qué? para lanzar
luego a todos a la lucha por una libertad que en esta España democrática nadie
les ha quitado.
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