Hay
noticias que pasan casi desapercibidas porque no tienen trascendencia
histórica, dicen, pero que al menos a mí me resultan muy dolorosas. Estoy
hablando del estúpido comentario sobre el accidente en Albacete del avión que
regresaba del desfile del 12 de octubre.
El
piloto era un hombre joven, 34 años, casado y con un bebé de 4 meses. Su mujer
le esperaba en la base. A cualquier persona biennacida, tenga la ideología que
tenga, el hecho no puede menos que resultarle triste, por lo menos triste.
Considero
una conducta aberrante y un grave delito hacer mofa de una tragedia semejante.
Y tengo muy claro que este individuo, como persona es deleznable, pero es que
además hace un gran daño al partido al que pertenece, pues estoy convencido de que
en ERC cuya ideología en absoluto comparto, habrá gente buena, honesta y humana
que nada de gracioso habrá encontrado en lo ocurrido.
No
quiero pensar que ese señor representa a su formación política en modo alguno.
Prefiero explicar lo ocurrido como el acto de una mala, muy mala persona o de
un enfermo.
Cuidémonos
de los que embrutecidos por cualquier ideología, la anteponen a las personas, a
su derecho a la vida, a su libertad y a su dignidad. Son esa “mala gente que
camina y va apestando la tierra”, como diría Antonio Machado.
Borja
volvía de su trabajo a encontrarse con su mujer y con su niño que apenas
empezaba a vivir… El pensarlo me hace daño. Sólo la fe puede arrojar algo de
luz a tanto dolor.
Mis
más profundas condolencias a la esposa del capitán Borja Aybar y a su familia y
amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario