Acabando ya el día del Domund de este año, comparto
un fragmento del mensaje que para este domingo dio a conocer el papa Francisco, el 4 de junio, día de Pentecostés. No tiene desperdicio. Destaco lo que más me
llama la atención.
La
misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad de éxodo continuo. Se
trata de «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio» (Exhort. ap. Evangelii gaudium,
20). La misión de la Iglesia estimula una actitud de continua peregrinación a
través de los diversos desiertos de la vida, a través de las diferentes
experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia. La misión de la Iglesia
propone una experiencia de continuo exilio, para hacer sentir al hombre,
sediento de infinito, su condición de exiliado en camino hacia la patria final,
entre el «ya» y el «todavía no» del Reino de los Cielos.
La
misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma, sino que es un
humilde instrumento y mediación del Reino. Una Iglesia autorreferencial, que se
complace en éxitos terrenos, no es la Iglesia de Cristo, no es su cuerpo
crucificado y glorioso. Es por eso que debemos preferir «una Iglesia
accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia
enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades»
(ibíd., 49).
Si quieres leer el mensaje entero, no es muy largo, pulsa Domund 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario