Hoy no
quiero saber nada de lo que pase en el mundo, si es posible. Me voy temprano al
monte a ver pinares, tomillos y romeros, y el cielo sobre mí. A escuchar
silencio y cantos de pájaros. A cansarme, si puede ser, mucho.
Hoy no
quiero saber nada de lo que pase en el mundo, si es posible. Sólo quiero estar
con la gente que me quiere y a la que quiero, y hablar de lo cotidiano, de lo amable de
cada día; de pequeñas esperanzas e ilusiones.
Hoy no
quiero saber nada de lo que pase en el mundo, si es posible. Quiero rezar, rezar no por patrias, ni
banderas, ni himnos, sino por el hombre, por todos los hombres que vivimos en
este trozo de tierra que la historia ha venido a llamar España.
Señor
Jesús, tú guías sabiamente
la
historia de tu Iglesia y de las naciones,
escucha
ahora nuestra súplica.
Nuestros
idiomas se confunden
como
antaño en la torre de Babel.
Somos
hijos de un mismo Padre
que tú
nos revelaste
y no
sabemos ser hermanos,
y el
odio siembra más miedo y más muerte.
Danos
la paz que promete tu Evangelio,
aquella
que el mundo no puede dar.
Enséñanos
a construirla como fruto
de la
Verdad y de la Justicia.
Escucha
la imploración de María Madre
y
envíanos tu Espíritu Santo,
para
reconciliar en una gran familia
a los
corazones y los pueblos.
Venga
a nosotros el Reino del Amor,
y
confírmanos en la certeza
de que
tú estás con nosotros
hasta
el fin de los tiempos. Amén.
Del
padre Ignacio Larrañaga.
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