FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Resulta que me parezco a Brad Pitt.


Resulta que me parezco a Brad Pitt en una cosita. Sí, como os lo cuento. Los dos tenemos prosopagnosia. Es decir, a los dos nos cuesta reconocer las caras de las personas. Y los dos habremos ofendido a más de una por este motivo, muy a pesar nuestro.
Y es una lástima, porque puestos a parecerme en algo, podía parecerme en otras cosas. Pero bueno, es lo que hay.
Esto de la prosopagnosia es una enfermedad considerada rara y provocada, según dicen los expertos, por una lesión cerebral. No sé si en realidad es mi caso, pero lo que sí es verdad es que desde siempre las caras de las personas con las que no tengo una relación cotidiana y frecuente se me desdibujan, y me cuesta identificarlas.
Esto se agrava en el caso de antiguos alumnos que con el paso del tiempo han cambiado, o de padres con los que he tenido frecuente relación pero he dejado de verlos en un momento determinado. Y la consecuencia inevitable parece un acto de desprecio, soberbia, mala educación, o vete tú a saber qué, por mi parte. Y me sabe mal.
También me ha creado situaciones un tanto cómicas. Como cuando andando por la calle Mayor vi a una señora con un bebé en el carrito. Crucé a la acera donde estaba y le dije algo así como “¡Hola! ¿Cómo ha ido la cosa? ¡Ay, qué bonico!” Ella me contestó, “disculpe, no le conozco”. Y dije, “¡Ah, pues entonces yo tampoco, perdone!” Evidentemente me la confundí con una mamá que  estaba en avanzado estado de gestación, con la que había hablado largamente hacía un par de semanas.
O cuando en un centro comercial se me acerca un dependiente, sonriente, amable, expansivo y me dice, “¡Hola Jesús! ¡Cuánto tiempo!” Yo le miro, hago un supremo esfuerzo de identificación y concluyo, “¡Juan!”, a lo que él responde, “ma, Juanma”. Y yo digo, “sí claro, Juanma”. Y aunque puse cara de conocerle no tenía ni idea de quien era; mas vino en mi auxilio una pregunta, “¿aún estás en el cole?” Se hace la luz en mi cerebro, antiguo alumno. ¡Ojalá tuviera la capacidad de saber a quién tenía delante! Y salgo del atolladero intentando no hacer ningún daño.
O cuando entro en un restaurante y en la mesa contigua hay un matrimonio con un chaval. Les saludo con la corrección con la que se saluda a los perfectos desconocidos. Sólo al acabar la cena, cuando ya nos vamos a ir, caigo en la cuenta de que el chaval, que ya se ha ido, es un antiguo alumno, y sus padres, un matrimonio con el que he tenido frecuente relación. Les deseo entonces feliz Navidad con la mejor de mis sonrisas, para compensar.
Y como estas muchas, muchas situaciones. Situaciones que a veces tienen su punto de gracia, pero que en el fondo me fastidian porque pueden molestar y no me gusta molestar a nadie.
¿Soy un despistado? ¿Soy tonto? O es que, como Brad Pitt tengo prosopagnosia. No lo sé. En cualquier caso, aprovecho el blog para decir públicamente que si alguien se ha sentido ofendido por sentirse ignorado, por haberle negado un saludo, por haber pasado de él, sepa que ha sido por este problema que tengo, se llame como se llame. Y conste que me da rabia y me pesa.
Pero bueno, todos tenemos teclitas, ¿verdad? Brad Pitt también. ¡Ya ves!

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