Advierto
que esta entrada es un desahogo. Desahogo tras escuchar hace un rato, en la
radio, a una individua que al hilo de su activísimo feminismo, y como colofón a
una perorata muy en la línea de los tiempos que corren, ha acabado diciendo
textualmente, “porque las mujeres no
mentimos.” Y ha rematado la tontería colosal añadiendo que “porque no tenemos tiempo” , y no sé qué
otra cosa que ya no he escuchado dado mi estado de estupefacción.
Repuesto
del impacto de digo a esta señora:
Señora
mía, cuyo nombre y obra ignoro y quiero seguir ignorando, no se pueden decir
semejantes imbecilidades. Usted como yo sabemos que todo bicho viviente miente,
y con bastante frecuencia. En treinta años de orientador escolar he visto
mentir como bellacos y bellacas, mil veces, a hombres, mujeres y niños, (y
niñas ¿eh?) ¡ faltaba más ! ¿Qué majadería es esa de que las mujeres no
mienten?
¿Sabe
usted el daño que hacen a la noble y justa causa del feminismo palabras como
las suyas? Ese maniqueísmo de género, vamos a llamarlo así, que practican
algunas de ustedes, está siendo un escollo, una rémora para la causa que creen
defender. ¿Sabe usted que quien más y quien menos, escuchando esa afirmación,
como mínimo se descojona? Y discúlpeme la expresión.
De
verdad que me ha cabreado su tontería. “Las
mujeres no mentimos” decía. Y al decirlo, usted, mujer, estaba diciendo una
mentira tan evidente que entraba en el terreno de lo ridículo. Señora mía, no
es esta una historia de mujeres buenas y hombres malos. Por culpa de
planteamientos como éste y majaderías como la suya, tardaremos mucho más en
llegar a donde hemos de ir.
Porque
al fin llegaremos. Porque inevitablemente llegará un día en que hombres y
mujeres vivirán en absoluta igualdad, ¡menos mal!, pero entérese, habrá sido a pesar de
gente como usted.
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