Ayer
por la tarde, antes de salir para asistir al “Concert de Nadal” de la Unión
Musical de Ribarroja, que por cierto, nos gustó mucho, encontramos una
felicitación de Navidad que nos habían dejado en el buzón. De las de antes, de
las de siempre.
Sabíamos
quién era, pues no es el primer año, y normalmente es el único que nos felicita
así las fiestas. Con una tarjeta metida en un sobre y firmada por los miembros
de la familia.
Y me
gustó, como todos los años, el gesto, el detalle. Por una parte porque ves que
se acuerdan de ti, y por otra porque siento cierta nostalgia de algunas cosas
que el paso del tiempo va dejando a un lado, para acabar hundiéndolas en el
olvido.
No es
que me parezca mal utilizar las redes sociales para felicitarnos mutuamente; yo
de hecho lo hago. Pero reconozco que hacerlo de esta otra manera tiene algo que
no tienen las redes. Y ese algo, me gusta.
Por
eso, amigo, gracias por tu felicitación, por vuestra felicitación navideña de
las de toda la vida. Yo, ya ves, te felicito a ti y a los tuyos desde el blog,
desde facebook y desde twitter. ¡Qué cosas!
¡Feliz Navidad!
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