Esto
se ve muy pocas veces. Y aunque, de momento, aquí no se está cumpliendo, me
llena de esperanza que al final, palmo arriba palmo abajo, sea verdad.
Y
conste que no es por el placer insano y morboso de jorobar las vacaciones de
Pascua al personal, es porque hay prioridades, y la prioridad es que llueva como
antes, días, y días y días. Cuando sea, pero que llueva.
La
naturaleza de la que, queramos o no, dependemos, lo necesita con urgencia.
Agua, agua, agua, vida.
¡A
ver si empieza a llover ya de una puñetera vez!
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