FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 9 de abril de 2019

¡Qué asquerosita me resulta la palabra empoderar!

La educación, permeable a todas las gilipolleces, no ha tardado nada en aplicarse la palabrita.

Es una palabra que estaba en el diccionario pero que ha saltado a la fama recientemente. No es nueva en el castellano, pues ya existía en el siglo XVI, aunque su significado actual nos viene ¡cómo no! del inglés. Estoy hablando del verbo empoderar y del sustantivo empoderamiento.
 Con todos los respetos he de decir que me resulta repulsiva. Le tengo infinita manía a la pobre. Primero porque resulta excesivo su uso, y eso me agobia; después por lo que muchas veces significa y finalmente por su alma, un alma sucia.
Porque las palabras tienen alma. Un alma que suele estar en su etimología, es decir en su origen y su historia. Y esa alma es la palabra poder, una palabra que me da mucho miedo, porque nombra una realidad que solo entiendo como servicio, realidad que rara vez es así.
Hay muchas palabras en español que, según lo que queramos decir, pueden utilizarse, y con un significado más ajustado, en lugar de empoderar o empoderamiento. Pero como la han puesto de moda…
Una vez más empobrecemos el idioma, y además con unas palabras cuyo significado, ya lo he dicho, es feo. Empoderar, dar poder, arrebatar el poder, alcanzar el poder… Y cuando lo tenga ¿qué? Es feo, es rematadamente feo e inmoral.
Que no, que no me gusta. Como ese estúpido anuncio que dice siente el poder de llamar a un abogado. Yo no quiero sentir ese poder, en todo caso, la tranquilidad de llamar a un abogado, no el poder.
No, yo no quiero empoderar a nadie, no quiero colaborar con ningún empoderamiento. Sí quiero, si puedo, acompañar, fortalecer, animar, liberar,  impulsar, construir… pero no empoderar.
Uso y abuso de la palabra poder y sus derivados. ¿Por qué será?

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