El 20
de diciembre de 2015, cuando aún no sabíamos quién sería el Presidente del
Gobierno, y tardaríamos en saberlo, le escribí una carta abierta a quien fuera
a ser.
Ahora
el asunto parece más claro, porque el sr. Sánchez pactará con quien haya que pactar,
aunque sea el mismísimo diablo, con tal de seguir en La Moncloa. Eso a nadie
nos va a sorprender. Luego, cuando le pasen factura, ya veremos cuánto y qué
hay que pagar. Y ahí sí puede haber sorpresas.
Pero
no es de esto de lo que quiero hablar, sino de lo que un ciudadano que intenta
pensar con el cerebro y no con las vísceras abdominales, le pide al futuro
presidente. Bueno, presente y futuro. Y para eso reproduzco, con algunas
modificaciones, (subrayadas) lo que ya escribí en diciembre de 2015. Porque
sigo pidiendo lo mismo.
Sr.
Presidente:
1ª Trabaje por la justicia
social. El trabajo, la sanidad y la educación para todos. Pero hágalo no desde
planteamientos ideológicos sectarios, sino desde una gestión seria, prudente y respetuosa
con los derechos de los padres.
2ª Dedique el tiempo y el
esfuerzo que hagan falta a alcanzar con todas las fuerzas políticas un pacto
por la educación. Necesitamos un sistema educativo coherente y estable, y que
dure años y años.
3ª Cierre definitivamente la
herida de la Guerra Civil. No utilice viejos rencores para obtener apoyos. No
permita que sigan inyectando en la juventud el revanchismo que más de uno aún
conserva. No es una historia de buenos y malos.
4ª Dignifique el parlamento.
Trabaje porque las sesiones parlamentarias sean constructivo diálogo y no
enfrentamientos dialécticos estériles. Respete a la oposición, escúchela. No se
oponga a ella por sistema. Sus votantes están más cerca de Ciudadanos o del
PP que de esos otros con los que usted flirtea. No reviente al PSOE, que es
mucho más que usted.
5ª En la próxima campaña
electoral, exponga lo que ha hecho y lo que quiere seguir haciendo, y deje a
los demás en paz. Aunque los demás no le dejen en paz a usted. Sea elegante,
aún no lo ha sido.
6ª Vigile muy atentamente a su
gobierno, a su partido, y si detecta posible corrupción, identifíquela,
reconózcala públicamente y ponga a los responsables en manos de la justicia.
Pero no utilice la corrupción de las personas como arma contra los partidos a
los que pertenecían. No es justo.
7ª Nadie tiene la verdad
absoluta. Usted tiene la autoridad, pero no la verdad. La verdad la compartimos
todos. Respete a quienes no son de su cuerda, a los que no piensan ni viven
como usted. Creerse en posesión de ella es corrupción ideológica, y ésta es
peor que la otra.
8ª Sea prudente y realista en
su gestión, de un modo muy especial con la gestión económica. No se meta en
aventuras sin futuro. Aúne en usted y en su gobierno la ilusión por cambiar el
mundo de la juventud, con la experiencia de los veteranos, con la sabiduría de
los ancianos.
9ª Deje atrás, de una vez por
todas, los conceptos derecha e izquierda para explicar la realidad. Hoy en día
es todo mucho más complejo. Esas palabras, hoy, no tienen contenido. Seguir con
esa cantinela es una forma burda y simplona de entender el mundo. Le ha servido para ganar las
elecciones, pero no le servirá para gobernar, como no sea su objetivo oculto
que acabemos otra vez a tortas.
10ª Respete la Constitución, y
si quiere cambiarla, hágalo dentro de ella misma. Utilice los mecanismos que
tiene para ello. No la rompa. Transfórmela, mejórela, adáptela, pero no la
rompa. Este es el camino para resolver el problema catalán.
Tenga usted, y tengamos nosotros,
una legislatura constructiva y serena que nos permita progresar en paz. Tenga
usted una legislatura que me quite las ganas que ahora tengo de largarme de
esta España a la que tanto quiero, incapaz de enfrentarse a su propia historia,
incapaz de mirar definitivamente al futuro con ilusión.
Tiene usted cuatro años para
quitarme esas ganas. Ganas que tengo ahora pero que, como no soy ni famoso, ni
importante, ni rico, me tengo que aguantar. Y es que usted, ahora, me da miedo.
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