FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 30 de mayo de 2019

Algo huele a podrido en Dinamarca.



Viendo lo que está pasando con el brexit, y con el independentismo catalán, o el mercadeo de pactos tras las elecciones en toda Europa, a poco que sea uno crítico, debe darse cuenta de que "Something is rotten in the state of Denmark”, es decir que algo huele a podrido en Dinamarca.
Esta expresión, sacada de Hamlet, describe a la perfección lo que está sucediendo en los países democráticos. Y lo que huele a podrido en estos países es la democracia, simplemente porque está pudriéndose, y muy deprisa.
La democracia esencialmente es ante todo que se cumpla la voluntad de la mayoría. Y para ello hay partidos políticos, elecciones periódicas, división de poderes, toda una legislación y una serie de mecanismos y costumbres, algunas no escritas, para garantizar el objetivo final.
Todo un complejo sistema que está descompuesto, podrido, por lo que cada vez con más frecuencia no cumple con su objetivo final. En otras palabras. Actualmente la democracia no garantiza que se cumpla la voluntad de la mayoría ni de lejos.
Porque mayoría significa mayoría, no la mitad más uno. Y una mayoría que por poco no pueda llegar a gobernar, no puede dar cabida en el gobierno a una minoría que a muy pocos representa.
No hace falta ser muy perspicaz para caer en la cuenta de qué estoy hablando.
No es democrático que porque la mitad de los ciudadanos del Reino Unido quieran salir de la Unión Europea, haya que acatar ese deseo. Porque no es la mayoría, es la mitad. Y una situación establecida democráticamente no puede cambiarse porque sólo la mitad lo deseé.
Y lo mismo con Cataluña. No es democrático el independentismo catalán. No hay una mayoría de  independentistas. Como más la mitad. Y lo repito, una situación establecida democráticamente no puede cambiarse sólo por el deseo de una mitad.
            Es de un fariseísmo repugnante decir que porque numéricamente y en virtud de unos reglamentos menores somos mayoría, representamos a la mayoría. Eso es aferrarse a la letra ignorando el espíritu de la letra. Eso es inmoral. Es una falsedad y una falacia.
            Esto en cuanto a los referéndums que siendo útiles y necesarios en toda democracia, están pidiendo a gritos una revisión para que de verdad sean democráticos.
            Y en cuanto a las elecciones y mercadeo posterior hay también mucho que revisar.  No es democrático que varios partidos minoritarios se alíen para evitar que gobierne el que ha ganado unas elecciones. Como no sería tampoco democrático, y es solo un ejemplo, que Podemos entre en el Gobierno. Sería un acto profundamente contrario a la democracia que un partido minoritario actualmente, y cada vez más, vapuleado además en las urnas, llegara a La Moncloa. Es la perversión del sistema. Y evitar esta perversión no es solo responsabilidad del PSOE, sino de otros partidos. Pero no voy a seguir por aquí, pues es harina de otro costal.
            Porque la democracia, y vuelvo al principio, es la voluntad de la mayoría, y eso es lo que hay que garantizar. Y yo no veo garantías de esto por ninguna parte.
            No veo tampoco en los medios de comunicación que se aborde este problema, ni siquiera que se vea como problema. Parece que todo el mundo asume como democracia lo que en realidad no es más que un esperpento.
            Se trata de reencontrar el enfoque cualitativo de la democracia, y no el cuantitativo. Mientras no se haga esto la democracia seguirá descomponiéndose. Y esto nos costará tiempo, dinero, preocupaciones; en suma, el despilfarro de unas energías y unos medios que estarían mejor al servicio del bienestar de los ciudadanos.
            Y que no nos cueste Europa y la propia democracia; nuestro modo de vida, del que estamos tan orgullosos. Porque a ver quién para a los radicalismos y populismos si no refundamos la democracia devolviéndole su verdadero sentido, el único que la justifica, la voluntad de la mayoría.
            Yo, mientras tanto, me estoy empezando a plantear muy en serio la abstención como postura seria y coherente. Abstención dolorosa, no por indiferencia, sino porque me niego a que utilicen mi voto en contra del sistema en el que creo, la democracia.
            Lo dicho. Huele a podrido, y huele mal.

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