Viendo
lo que está pasando con el brexit, y con el independentismo catalán, o el
mercadeo de pactos tras las elecciones en toda Europa, a poco que sea uno
crítico, debe darse cuenta de que "Something is rotten in the state of
Denmark”, es decir que algo huele a podrido en Dinamarca.
Esta
expresión, sacada de Hamlet, describe a la perfección lo que está sucediendo en
los países democráticos. Y lo que huele a podrido en estos países es la
democracia, simplemente porque está pudriéndose, y muy deprisa.
La democracia
esencialmente es ante todo que se cumpla la voluntad de la mayoría. Y para ello
hay partidos políticos, elecciones periódicas, división de poderes, toda una
legislación y una serie de mecanismos y costumbres, algunas no escritas, para
garantizar el objetivo final.
Todo
un complejo sistema que está descompuesto, podrido, por lo que cada vez con más
frecuencia no cumple con su objetivo final. En otras palabras. Actualmente la
democracia no garantiza que se cumpla la voluntad de la mayoría ni de lejos.
Porque
mayoría significa mayoría, no la mitad más uno. Y una mayoría que por poco no
pueda llegar a gobernar, no puede dar cabida en el gobierno a una minoría que a
muy pocos representa.
No
hace falta ser muy perspicaz para caer en la cuenta de qué estoy hablando.
No es
democrático que porque la mitad de los ciudadanos del Reino Unido quieran salir
de la Unión Europea, haya que acatar ese deseo. Porque no es la mayoría, es la
mitad. Y una situación establecida democráticamente no puede cambiarse porque sólo
la mitad lo deseé.
Y lo
mismo con Cataluña. No es democrático el independentismo catalán. No hay una
mayoría de independentistas. Como más la
mitad. Y lo repito, una situación establecida democráticamente no puede
cambiarse sólo por el deseo de una mitad.
Es de un fariseísmo repugnante decir que porque
numéricamente y en virtud de unos reglamentos menores somos mayoría,
representamos a la mayoría. Eso es aferrarse a la letra ignorando el espíritu
de la letra. Eso es inmoral. Es una falsedad y una falacia.
Esto en cuanto a los referéndums que siendo útiles y
necesarios en toda democracia, están pidiendo a gritos una revisión para que de
verdad sean democráticos.
Y en cuanto a las elecciones y mercadeo posterior hay
también mucho que revisar. No es democrático que varios partidos minoritarios se alíen para evitar que gobierne el que ha ganado unas elecciones. Como no sería tampoco democrático, y es solo un ejemplo, que
Podemos entre en el Gobierno. Sería un acto profundamente contrario a la
democracia que un partido minoritario actualmente, y cada vez más, vapuleado además en las
urnas, llegara a La Moncloa. Es la perversión del sistema. Y evitar esta
perversión no es solo responsabilidad del PSOE, sino de otros partidos. Pero no
voy a seguir por aquí, pues es harina de otro costal.
Porque la democracia, y vuelvo al principio, es la
voluntad de la mayoría, y eso es lo que hay que garantizar. Y yo no veo
garantías de esto por ninguna parte.
No veo tampoco en los medios de comunicación que se
aborde este problema, ni siquiera que se vea como problema. Parece que todo el
mundo asume como democracia lo que en realidad no es más que un esperpento.
Se trata de reencontrar el enfoque cualitativo de la
democracia, y no el cuantitativo. Mientras no se haga esto la democracia
seguirá descomponiéndose. Y esto nos costará tiempo, dinero, preocupaciones; en
suma, el despilfarro de unas energías y unos medios que estarían mejor al
servicio del bienestar de los ciudadanos.
Y que no nos cueste Europa y la propia democracia; nuestro
modo de vida, del que estamos tan orgullosos. Porque a ver quién para a los
radicalismos y populismos si no refundamos la democracia devolviéndole su
verdadero sentido, el único que la justifica, la voluntad de la mayoría.
Yo, mientras tanto, me estoy empezando a plantear muy en
serio la abstención como postura seria y coherente. Abstención dolorosa, no por
indiferencia, sino porque me niego a que utilicen mi voto en contra del sistema
en el que creo, la democracia.
Lo dicho. Huele a podrido, y huele mal.
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