¿Quién es quién? |
Me da
rabia que determinado sector del espectro político, el que se autodenomina con
la hueca palabra izquierda, se apropie de la palabra progreso. Y además que
todo el mundo lo asuma como lo más natural y cierto, medios de comunicación
incluidos.
Esta aparente
evidencia es profundamente falsa y no resiste un análisis objetivo mínimamente
serio desde ningún punto de vista. Yo voy a hacerlo desde la dialéctica, pero
se podría hacer desde otras muchas perspectivas.
Es un
hecho que para afrontar los distintos retos que el devenir social nos plantea
buscamos respuestas a estos retos. A una respuesta vamos a llamarle tesis. Pero
pronto, a esta tesis se le opondrá otra posible respuesta, a menudo contraria,
que le llamaremos antítesis.
Hasta
aquí no podemos hablar de progreso, sino de dos planteamientos distintos y
normalmente contrapuestos. El progreso estará en la síntesis que mentes
abiertas, honestas, inteligentes y capaces de dialogar hagan de confrontar la tesis y la
antítesis.
Y con
el tiempo, esta síntesis se convertirá en tesis a la que se le opondrá otra
antítesis, y así sucesivamente. Esto es el progreso. El verdadero progreso. El
filósofo Hegel y después Marx son dos de los pensadores que profundizan en este
planteamiento que clarifica muchos aspectos del confuso circo político de
entonces y de ahora.
La
función de establecer las tesis y las antítesis suele recaer en los radicales,
y es una función imprescindible, pero no son el progreso. Como no lo es nadie
que se atrinchere en planteamientos que no busquen la síntesis. Porque la
verdad, la llave maestra que abre todas las puertas, el brebaje que cura todos los
males, no lo tiene nadie. ¡Y huyamos despavoridos de quien diga tenerlo!
Aplicad
este sencillo planteamiento filosófico a la realidad actual de nuestro país, a
nuestros problemas más acuciantes, a nuestras asignaturas pendientes, a unas
inminentes elecciones… Y pensad si alguien está buscando la síntesis, o si cada
uno está anclado en sus tesis o sus antítesis.
Quizá
éste es el gran problema que tenemos en España. Que nadie está buscando
síntesis sino la victoria de sus tesis. Pero eso no es el progreso. Por eso me
da rabia que todos aquellos que defienden sus tesis o sus antítesis, según se
mire, sin la más mínima intención de llegar a síntesis alguna, tengan la
arrogancia y la desvergüenza de llamarse progresistas.
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