Dedico
esta receta hoy, Día de la Madre, a la madre de Isabel, a la mía, a todas las
madres que se han pasado la vida pensando qué hacer para comer, para cenar; buscando siempre que fuera sano, no muy caro, y nos gustara.
¡Y
cuantas veces hemos ignorado, e incluso despreciado, el esfuerzo que hacer
esto, día tras día, supone! Con todo mi reconocimiento, mi agradecimiento y mi
respeto, ¡gracias mamás!
Ingredientes
para 8 personas:
Una
docena de muslos.
Media
docena de entremuslos.
Alitas
a discreción, según el saque de los comensales.
Dos
cebollas.
Dos
bandejas de champiñones laminados.
Un
tetrabrik pequeño de crema de setas.
Media
docena de pastillas de caldo de carne.
Aceite
de oliva.
Un
tetrabrik de vino blanco.
Pimentón
dulce.
Sal y
pimienta negra.
Sofreímos
la cebolla y los champiñones. Cuando ya estén sofrititos, añadimos el pollo, lo
espolvoreamos con el pimentón, e inmediatamente echamos el vino y el agua hasta
cubrir la carne completamente, y enseguida las pastillas de caldo y la pimienta
negra.
Y ya
está. Poca más faena hay. Cuando el caldo empiece a reducir, regamos el guiso
con la crema de setas y rectificamos de sal si fuere menester.
Cuando
veamos que el pollo ya está bien guisadito y el caldito se va “salsificando”, podemos dar por acabada la cocción.
¡Pero
no! A esta receta aún le podemos sacar más provecho.
Tras
comernos el pollo y “sucar” lo que nos apetezca, si no hemos reducido mucho el
caldo, aún quedará en el perol. Pues bien. No lo tiréis. Guardadito en la
nevera o congelado, nos puede servir, añadiéndole algo de agua, para hacer unos
fideos o un arroz, seco o caldoso, un día de estos en los que no tenemos tiempo o ganas
de hacer la comida.
Salen dos platos absolutamente exquisitos por el precio de uno. Y no
hemos tirado nada, más que los huesos del pollo.
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