¡Qué
regalo más bonito nos ha hecho la primavera esta tarde! Una tormenta que nos ha
dejado 14 litros cuando por aquí se esperaban sólo lloviznas. ¡Genial! Y por el
interior habrá llovido más. Falta hacía.
La
veíamos acercarse como una barrera oscura que lo ocupaba todo. Un sonido sordo
lejano cada vez más próximo, los relámpagos iluminando el cielo ya negro. La
lluvia, fuerte, con un granizo menudo que saltaba en el suelo del patio. De vez
en cuando un estampido seco, duro, y el resplandor del rayo. Y nosotros
disfrutando del espectáculo.
Luego
la lluvia se amansa hasta cesar y el aire, la tierra, los árboles y las
plantas, los campos y el pueblo quedan limpios. Y respiramos hondo, y ese aroma
fresco a tierra húmeda, vivo y vivificante, nos llena de una increíble sensación
de bienestar.
El sol
se pone entre nubes rotas, y la noche, en los montes, será húmeda y fría,
maravillosamente húmeda y fría. Un regalo. Sí, un regalo el de esta tarde de mayo.
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