Creo
yo que no sería tan difícil que la vida en sociedad fuera más agradable, si
quien más y quien menos hiciera eso tan antiguo de no hacer a los demás lo que
no quieras que te hagan a ti. Pero claro, eso supone reconocer que los demás
existen y merecen cierto respeto.
Yo
creo que esa conciencia de la existencia de los demás me la grabaran mis
padres, desde muy pequeñito, con la frase que bajo viven. Vivíamos en un piso,
luego en otro, y al fin en un primero donde bajo no vivía nadie. Pero para
entonces, el que bajo viven ya estaba grabado a fuego en mi mente.
De
todo esto me acordé el otro día cuando estaba en la terraza de casa leyendo un
rato al sol, tan escaso últimamente, y una vecina de la finca que tenemos al
lado, desde su terraza, ni corta ni perezosa, empezó a sacudir ropa sobre la
mía y sobre mí mismo.
No es
la nuestra una terraza desnuda y abandonada. Tiene sus plantas, su mesa, sus
sillas, toldo, banco y farolillos; un lugar para estar a gusto al aire libre.
Debe ser muy evidente esto desde arriba.
Sé que
no es la primera vez que lo hace, pero creo que primero comprueba si hay
alguien o no. Esta vez, o no me vio, o le importó un bledo que estuviera. Pero
haya alguien o no, es de sentido común que no se tira la mierda (y disculpad la
palabra) de uno a la casa del vecino.
A esta
señora, que no sé quién es, ni ganas, no le debieron decir sus padres eso de
que bajo viven, y probablemente ella no se lo dirá a sus hijos, si los tiene.
También he de decir que igual no es la señora de la casa sino una que va a
limpiar, no lo sé. En cualquier caso, sea quien sea es una guarra.
Y tal
como andan las cosas, decírselo la próxima vez que la pille, con educación,
¡claro!, (no que es una guarra, aunque lo sea) puede ser hasta
contraproducente, iniciando un mal rollo de relaciones vecinales que nunca
sabes cómo pueden acabar, pero que seguro generan mala sangre, y eso no es
bueno. Valoro mucho la paz y la tranquilidad.
En
fin, no a todos les enseñaron de pequeñitos eso de que bajo viven. Y así nos
va. Por estas cosas, y otras mayores, sí es difícil la vida en sociedad. Y cada
vez más, creo yo.
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