FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 15 de abril de 2022

Si medito en tu eterna grandeza...


La cruz es un escándalo, dice san Pablo. Y no le falta razón. Un escándalo, un absurdo, un sinsentido. Y más si cabe, con lo que sabemos hoy en día. ¿Qué sentido puede tener que Dios, creador de un universo inabarcable, se fije en un minúsculo planeta y muera por sus habitantes; un universo donde en miles de millones de planetas puede haber surgido la vida y evolucionado durante millones de años quién sabe de qué forma?

Es esta una reflexión que da miedo hacer porque te aboca al abismo de perder la fe, pero también te puede llevar a la paz de sentirla fortalecida. El mismo argumento que te puede hacer creer que eso es imposible, una solemne y anacrónica estupidez, te lleva a postrarte, perplejo y abrumado, ante la cruz.

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Dice el salmo. Nada, nadie, un breve brote vida entre la nada y la nada; o una criatura de ese Dios del universo amada por Él hasta la muerte.

Si el mal pone a prueba la fe, no la pone menos a prueba la grandeza absoluta y la complejidad insondable de la creación. El Hijo de ese Dios del universo, muere en una cruz, en un momento de nuestra historia, para liberarnos de ese mal, y decirnos así que el motor último de todo lo existente es el amor.

Sí, un sinsentido que es lo único que puede dar sentido a la alegría y al dolor, a la vida y a la muerte, a nuestra existencia en un pequeño planeta perdido en la vastedad del universo.

Quiero acabar, hoy Viernes Santo, esta reflexión, con un poema de Rosalía de Castro que se hace la misma pregunta y nos da su respuesta.

 

Si medito en tu eterna grandeza,

buen Dios, a quien nunca veo,

y levanto asombrada los ojos

hacia el alto firmamento

que llenaste de mundos y mundos...

toda conturbada, pienso

que soy menos que un átomo leve

perdido en el universo;

nada, en fin... y que al cabo en la nada

han de perderse mis restos.

 

Mas si cuando el dolor y la duda

me atormentan, corro al templo,

y a los pies de la Cruz un refugio

busco ansiosa implorando remedio,

de Jesús el cruento martirio

tanto conmueve mi pecho,

y adivino tan dulces promesas

en sus dolores acerbos,

que cual niño que reposa

en el regazo materno,

después de llorar, tranquila

tras la expiación, espero

que allá donde Dios habita

he de proseguir viviendo.

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