Tal y
como dije voy a contar la historia del regalito que aquella niña le hizo a
Isabel. Esa manita de plástico tiene mucho detrás. La conocen como la mano de Mocho,
o la mano de la amistad.
Esta es la historia.
Un
valenciano llamado José Sanchis Mocho, aficionado a la fabricación de juguetes,
regalaba manitas de plástico que él mismo hacía en los campamentos en los que
participaba.
En el
año 1993, andando el Camino de Santiago, hizo lo mismo con aquellos peregrinos
que por un motivo u otro dejaban alguna huella en su peregrinar.
Esta
bonita acción inició una cadena entre todos aquellos que recibían y pasaban,
como gesto de amistad, aquella manita. Y se convirtió en tradición.
Hasta hoy, más de 800.000 manitas se han intercambiado entre los peregrinos como símbolo de amistad y respeto, como algo que, al igual que la amistad y el respeto, no se puede comprar ni vender, tan solo regalar o recibir.
Por eso esas manitas no se pueden comprar en ningún sitio. O te las regalan o las regalas. También
puedes, si quieres iniciar una cadena con ellas, pedírselas al creador,
sin coste alguno.
Y como
he leído en algunas páginas de internet “si recibes una de estas manitas de
plástico, ten la certeza de que cambiaste la vida de alguien durante el
peregrinaje” y “debes sentirte verdaderamente honrado, y es que son un hermoso
símbolo de amistad, respeto y admiración hacia quien la recibe”.
NOTA:
Si queréis saber más sobre esto buscad en internet Manitas de Mocho.
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