El año pasado recibí por estas fechas un correo de un
antiguo alumno, ya entonces maestro, al que respondí con una entrada en el blog
publicada tal día como hoy, hace un año.
Lo que me decía en la carta era muy hermoso, y el
hecho de haberlo escrito implicaba, por una parte el reconocimiento de que para él sigo
existiendo, y por otra una sincera gratitud, algo muy de agradecer en
un mundo donde lo que impera es la ingratitud y el olvido, que no es otra cosa
que la más salvaje forma de ingratitud.
De lo que le dije reproduzco hoy un par de párrafos,
para celebrar con ellos el Día del Maestro.
Y ahora, cuando la palabra jubilación empieza a ser
algo más que una palabra, mirando atrás, veo que el trabajo al que he dedicado
toda mi vida ha tenido y sigue teniendo sentido. Aunque las leyes sean
absurdas, el sistema educativo caótico, la educación esté vergonzosamente
politizada y la sociedad nos declare culpables de todo lo que les pase a los
niños mientras no se demuestre lo contrario, aunque pase todo esto y más,
cuando estoy en mi aula cara a cara con mis alumnos, entonces y sólo entonces
cobra todo nuevamente sentido. Sólo entonces.
Ellos me siguen salvando del abismo de pensar que eso
a lo que he dedicado la vida no tiene ni pies ni cabeza. ¿Ves como seguís dándome
más de lo que yo os puedo dar? Y tú, con la bonita carta que me escribiste el
otro día, te unes a ellos, a tantos con los que he caminado estos treinta años.
Y a los de ahora que, cuando acabo la clase, a veces, me dicen "¿ya te
vas?"; o a este chavalillo que el día antes de las vacaciones me dijo
"te echaré de menos estas Navidades"; o a aquella niña que me
preguntó antes de subir al autobús, tras las convivencias "¿por qué nos
hemos de ir? ¡Estamos tan bien aquí!".
Pues eso. Por tus recuerdos, por tus palabras que son
presencia reconfortante, muchas gracias. Y un consejo: amárrate a tus alumnos,
apóyate en ellos. En ellos está la única fuerza capaz de dar sentido a una
profesión hoy imposible. Ellos la convierten cada día en vocación y le dan
pleno sentido.
Y esto sigo diciéndolo un año después, si cabe, con
más convicción todavía.
¡¡¡Feliz día del maestro!!!
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