FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Evocando las primeras nieves del otoño...


Desde el Tuc de Sacauba, en el valle de Arán, hacia el sur. Las primeras nieves cubren las montañas más altas.
           Evocando las primeras nevadas del otoño que este año se han resistido a llegar. Crean paisajes y contrastes únicos.

Es realmente hermoso vivir en la montaña las primeras nieves de la temporada. No hay dos años iguales. Alrededor del equinoccio nos podemos encontrar de todo. Bosques aún verdes o reventando de color, pastos dorados o reverdecidos por las lluvias otoñales, montañas de rocas desnudas o elegantemente pintadas tras ligeras nevadas.
Los cielos pueden ser azules, limpios como no se ven el resto del año, o grises, foscos y amenazadores. El viento puede ir desde una calma total hasta el más salvaje vendaval que podamos imaginar, pasando por agradables y tonificantes brisas. Las temperaturas, suaves, deliciosas, o terriblemente frías; incluso hay años en que puede hacer hasta algo de calor.
Pero indefectiblemente, por estas fechas vendrá la primera gran nevada. Y todo cambiará.
Puede avisarnos, darnos tiempo para encontrar refugio, o para no salir si en él estamos, y obligarnos a cambiar de planes: la cima por el valle y el pueblo. Pero también puede llegar de improviso, por sorpresa, a traición. En pocas horas, un rincón idílico en el bosque, un prado tranquilo con sus flores y su arroyo, una cima serena, se convierten en el infierno. Se trasforman como un desquiciado, presa de un súbito arrebato. Y ¡ay de nosotros si no íbamos preparados, o no regresamos a tiempo! Es esta la época del año en que más importante es consultar los partes meteorológicos.
Luego, ¡qué espectáculo tras el primer zarpazo del invierno, aún, a menudo, lejano! Nadie diría que estamos en el mismo lugar en el que estábamos.
Volverán aún días buenos y apacibles. Mucha de la nieve caída se fundirá, antes que caiga nueva, pero ya nada será igual. El invierno habrá dado su primer aviso, y luego, de un modo implacable, acabará haciéndose el amo y señor de las montañas.
Todo quedará blanco, quieto, mudo. Sólo el silbido del viento, cuando sople, y el trueno de las avalanchas, romperán el silencio solemne y luminoso de la altitud.

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