FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Bienvenido sea el invierno.


Son ahora las doce y tres minutos del lunes, 22 de diciembre. Entramos en invierno.
            Invierno, qué palabra más fría, más blanca, más bella. Me gusta el invierno. Siempre he pensado que es tiempo de paz, de sosiego, de reencuentro con uno mismo. Tiempo de libros, de tertulia amable junto al fuego, de recuerdos y proyectos.
          Quiero recibirlo compartiendo este poema de Antonio Machado, invernal, tristísimo, que acaba, eso sí, con una limpia pincelada de esperanza.

La nieve. En el mesón al campo abierto
se ve el hogar donde la leña humea
y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto,
alborotando en blancos torbellinos
la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos,
cayendo está como sobre una fosa.

Un viejo acurrucado tiembla y tose
cerca del fuego; su mechón de lana
la vieja hila, y una niña cose
verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero
que caminó sobre la blanca tierra,
y una noche perdió ruta y sendero,
y se enterró en las nieves de la sierra.

En torno al fuego hay un lugar vacío
y en la frente del viejo, de hosco ceño,
como un tachón sombrío,
tal el golpe de un hacha sobre un leño.

La vieja mira al campo, cual si oyera
pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

Desierta la vecina carretera,
desierto el campo en torno de la casa.

La niña piensa que en los verdes prados
ha de correr con otras doncellitas
en los días azules y dorados,
cuando crecen las blancas margaritas.

           La descripción del paisaje es magistral, austera como la estepa castellana, sobrecogedora. La del mesón, encoge el alma. El padre con el ceño hendido por “tachón sombrío” no mira…, la madre “mira al campo, cual si oyera pasos sobre la nieve”. Al campo desierto, a la carretera desierta. “En torno al fuego hay un lugar vacío”. El viejo acurrucado junto al fuego, la mujer hilando, el hijo que “se enterró en las nieves de la sierra”. Silencio.
          Y la niña, que “cose un verde ribete a su estameña grana” piensa en verdes prados, en días azules y dorados, donde correrá entre las flores con otras doncellitas.
            Imaginadlo. A este cuadro soberbio, en blanco y negro, de una inmensa tristeza y una gran desolación, la niña pone esa nota de color, azul, dorado, verde, grana que la lanza al futuro, más allá del pasado enterrado en la blancura silenciosa de la nieve.
            Con ese pensamiento de la niña, lleno de esperanza, os deseo un muy feliz invierno.

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