Es bastante evidente la presencia del bicho, ¿no? |
Llueve y llueve bien, sin excesos, aunque tenemos el
anticiclón a la vuelta de la esquina, y un anticiclón en invierno puede ser
muy, muy largo…
Debería estar contento por nuestros montes, por
nuestros pinares, por nuestros campos, pero no lo estoy del todo porque esta
lluvia llega ya tarde, muy tarde. El tomicus destroens ha ganado la carrera.
Estoy pensando en esa isla de verdor preciosa que
teníamos entre Ribarroja y Villamarchante. Cada verano temía que el fuego nos
la arrebatara, pero mira por donde, no ha sido el fuego, ha sido una plaga, o
mejor dicho, no ha sido una plaga, ha sido la incompetencia, la desvergüenza,
la desidia de las autoridades pertinentes que han hecho poco y tarde para
controlar al bicho que nos está dejando sin pinos. Y ahora que ya es tarde,
siguen haciendo poco.
Entiendo que un incendio pueda resultar en
determinadas circunstancias incontrolable, pero este maldito bicho avisa, se le
ve venir. Se sabe que lo favorece la sequía. Y había sequía. Es evidente su
presencia en el pinar. Y se extiende por todas partes. Ya hay 119 municipios
afectados. Yo lo he visto, ya hace tiempo, en la Sierra Calderona ,
en la Serranía ,
en el Alto Palancia. Laderas enteras se secan en pocos meses ante la
indiferencia de casi todos.
Es triste ver llover sobre el pinar muerto, porque
pienso lo hermoso que sería ver caer el agua, por fin, sobre los pinos verdes.
Hace menos de un año, en medio de la sequía, luchaban por mantener el verdor.
Estas lluvias de noviembre y de diciembre hubieran sido una bendición si aún
estuvieran vivos.
Por eso me resulta triste que llueva.
Si tuviera dinero pagaría a los mejores abogados del
mundo para que llevaran a juicio a los presuntos responsables de este desastre,
y si se probara su culpabilidad, que pagaran con la cárcel su delito.
Así lograríamos que si no actúan por responsabilidad,
actuaran aunque fuera por miedo a que se haga justicia. Sí, que evitaran que la
plaga siguiera extendiéndose, aunque fuera por miedo a lo que a ellos les pudiera
pasar.
Pero no va a suceder esto. Nuestras queridas Rodanas
ya están casi arrasadas, el valle del Palancia en su parte baja, también, y en la Calderona y la Serranía no está más que empezando, pero continuará. Lo terrible es que continuará.
Bueno, esto no es más que un desahogo. Me ha dado mucha rabia pensar, con estas lluvias, cómo podían estar las Rodanas este invierno si hubieran actuado a tiempo. Y ahora duele más verlo, porque recobrado el verdor del pinar con la bendición del agua, el contraste con los pinos muertos es brutal.
Sé que no hay nada que hacer. Ni gran parte de la sociedad que vive cada vez más de espaldas al mundo rural, ni los ecologistas preocupados por las morsas picudas de Madagascar mientras aquí nos quedamos sin árboles, ni los políticos dedicados a hacerse la puñeta entre sí y a tareas más rentables de cara al voto, se toman en serio el hecho cada vez más evidente de que aquí, en Valencia, el equilibrio ecológico está roto, nuestro medio ambiente se desmorona sin control.
Y a casi todos parece importarles un bledo. Por eso no hay nada que hacer. Creo.
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