La
muerte de Fidel Castro, como todo acontecimiento histórico de primera magnitud,
nos permite entender mejor el mundo en el que estamos.
Sólo hay que estar atentos a la realidad y reflexionar sobre ella.
Son
momentos en los que, a quien más y a quien menos, se les ve el plumero, como
decimos coloquialmente. ¡Y qué plumeros se han visto y se están viendo estos
días!
Mi
reflexión sobre el comandante Fidel, que creo que Dios, en su infinita
misericordia, habrá acogido en su seno, es la que expongo a continuación.
Fidel
Castro defendió la soberanía de su país frente a enemigos poderosos. Buscó el
bienestar de la gran mayoría de la población. Trabajó por la educación, a la
que utilizó como herramienta de adoctrinamiento, por la sanidad para todos y por la justicia
social, a su manera, claro. Creo que todo esto es cierto.
Pero
también es cierto que Fidel Castro fue un dictador que llegó al poder mediante
la violencia. Sobre su conciencia pesan numerosos crímenes, se supone que por el bien de
la mayoría. Pesan también continuos atentados contra la libertad de las personas,
contra su dignidad, contra la libertad de expresión, materializados estos atentados en las cárceles y el exilio.
Pienso
que su intención era buena, fue buena toda su vida, pero imbuido en ese
mesianismo propio de los dictadores, creyó que él y solo él sabía el camino. Y
entonces, como consecuencia lógica, todos los que no pensaran como él eran
enemigos suyos y del pueblo, de la patria. Esto le llevó a excluir la
democracia, llegando en su desprecio por ella a dejar la jefatura del país en
manos de su hermano, para perpetuar el régimen, cual si de un monarca absoluto se tratara.
Y
ahora viene el punto crítico de mi reflexión. Los tres párrafos anteriores
siguen siendo ciertos si escribo Francisco Franco en vez de Fidel Castro. Haced
el ejercicio de releerlos cambiando el nombre. Quizá las únicas diferencias sean que Castro "abdicó" en su hermano y Franco reinstauró la monarquía, y que el primero rompió una dictadura y el segundo una democracia. Por lo demás, ¿dónde están las diferencias?
A mí no me cuelan gato por liebre. De verdad que no veo ninguna diferencia esencial entre Francisco Franco y Fidel Castro. Es lo mismo. ¡Claro que sí! Solo cambia el barniz de la superficie. A un barniz le llamamos fascismo y al otro comunismo. Hijos ambos de la misma madre, el totalitarismo.
A mí no me cuelan gato por liebre. De verdad que no veo ninguna diferencia esencial entre Francisco Franco y Fidel Castro. Es lo mismo. ¡Claro que sí! Solo cambia el barniz de la superficie. A un barniz le llamamos fascismo y al otro comunismo. Hijos ambos de la misma madre, el totalitarismo.
Al
principio de la entrada decía que estos acontecimientos históricos facilitan el
que veamos el plumero al personal. Es muy interesante ver cómo líderes
políticos para los que la palabra Franco es el colmo del
horror, de la depravación, de la aberración histórica, se deshacían en alabanzas hacía el dictador cubano. Alguna alusión a
sus sombras, alguna crítica por lo “bajini” pero, al final, “adiós compañero”.
No es demócrata quien habla así, aunque se venda como tal. No es demócrata. Y además es un corrupto, porque vive en la peor de las corrupciones, la corrupción ideológica.
Yo soy
demócrata convencido porque me cuesta serlo. Por eso sé que lo soy. Ser
demócrata no es fácil, porque la democracia exige una actitud de respeto al
diferente, una capacidad de aceptación de la voluntad de la mayoría cuando tú
no eres de esa mayoría, una actitud crítica constante, una paciencia a prueba
de bomba, que a mí me cuesta tener. Me cuesta respetar al diferente cuando me
irrita, me cuesta aceptar la voluntad de la mayoría cuando pienso que esa
mayoría está manipulada, me cuesta tener una actitud crítica constante porque
me canso, me cuesta tener paciencia porque hay cuestiones que urgen, y la
democracia es lenta.
Sí, porque me esfuerzo día a día en ser demócrata sé que lo soy. La dictadura es
más eficaz, a corto plazo quizá más justa, pero atenta contra lo más sagrado
que tenemos las personas, la libertad y la dignidad, y así pronto se convierte
en la mayor de las injusticias, en la peor de las corrupciones.
Ved lo que dice la gente estos días. Todos, desde los "más importantes" hasta los ciudadanos de a pie. Vedlo y sacad conclusiones. Recordadlas a la hora de votar. Y si vuestras conclusiones no son las mías, por sentido democrático las respetaré, aunque no las comparta, aunque me cueste respetarlas.
Son momentos estos en los que la historia nos invita a pensar. Hagámoslo si no queremos que otros piensen por nosotros.
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